LD (Agencias) En el primer viaje de un presidente ruso a Teherán desde la época de José Stalin, Vladimir Putin y su homólogo iraní, Mahmud Ahmadineyad, han lanzado un llamamiento contra cualquier interferencia extranjera, tanto en cuestiones energéticas como militares, en los cinco países ribereños del mar Caspio (Rusia, Irán, Azerbaiyán, Kazajistán y Turkmenistán).
La advertencia es, en realidad, una amenaza velada contra los proyectos de EEUU para construir en la zona un oleoducto y establecer bases militares para lanzar bombardeos contra las instalaciones nucleares iraníes. Putin declaró que "los proyectos que puedan causar daños serios al medio ambiente de la región no deben ponerse en marcha sin discutirlo previamente con las cinco naciones del Caspio". Las autoridades de Washington tienen el propósito de poner en marcha un oleoducto que transporte hidrocarburos a occidente a través de territorio ruso.
En su discurso, Putin destacó la necesidad de que todos los países del Caspio prohíban el uso de su territorio con propósitos militares contra cualquier otra nación ribereña, en clara referencia al interés de EEUU de utilizar a las antiguas repúblicas soviéticas de la zona como base de operaciones contra Irán.
Por su parte, Ahmadineyad destacó la necesidad de mantener a las potencias extranjeras fuera del mar Caspio. Así, afirmó que "todas las naciones del Caspio coinciden en lo principal, que la decisión sobre todos los aspectos relacionados con este mar corresponde exclusivamente a las naciones litorales". Concluyó que "el Mar Caspio es un mar mediterráneo que sólo pertenece a los Estados del Caspio, y por tanto sólo ellos tienen derecho a tener barcos y fuerzas militares en la zona".