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EL GULAG EDUCATIVO, por José Carlos Rodríguez

El curso escolar ha comenzado ya y los púberes de media España se encuentran con la implantación de uno de los proyectos estrella del Gobierno Zapatero: Educación para la Ciudadanía. Los socialistas, que sufren cuando triunfan la libertad y la democracia bien entendida, han recuperado en España una de sus ideas más queridas y para ellos más irrenunciables: la creación del nuevo hombre socialista, pasado eso sí por la banalidad zapateril, por la curtez educativa de la ESO y por el sectarismo sin frenos, sin reparos, sin ambages que es marca de la casa.

El curso escolar ha comenzado ya y los púberes de media España se encuentran con la implantación de uno de los proyectos estrella del Gobierno Zapatero: Educación para la Ciudadanía. Los socialistas, que sufren cuando triunfan la libertad y la democracia bien entendida, han recuperado en España una de sus ideas más queridas y para ellos más irrenunciables: la creación del nuevo hombre socialista, pasado eso sí por la banalidad zapateril, por la curtez educativa de la ESO y por el sectarismo sin frenos, sin reparos, sin ambages que es marca de la casa.
Lo que se pretende crear en el Estado antes conocido como España es "el nuevo hombre progresista", un zombie ideológico con cuatro ideas y unos cuantos tópicos, bien digeridos por los restos del tardomarxismo y regurgitados en forma de libro de texto.
 
Las citas recogidas por la Fundación FAES son unas de tantas, pero recogen exactamente las intenciones del Ministerio. En un ejercicio de doble lenguaje que parece arrancar a Orwell de su tumba, el Gobierno defiende que la asignatura Educación para la Ciudadanía transmite los valores en que debiéramos estar todos, los de la democracia, la igualdad, la constitución… Pero la realidad es muy otra, y no hay más que acercarse a las páginas de los libros extractados por FAES.
 
Por ejemplo, compara la revolución francesa y la Rusa de 1917. Si en la primera "instauró un régimen de igualdad y libertades individuales que se llamó liberalismo", la segunda "devolvió al pueblo el poder e instauró un régimen de igualdad y libertades colectivas que se llamó socialismo", con lo que "renació la vieja democracia inventada muchos siglos atrás por los griegos". Lenin y Stalin, aquellos héroes de las libertades y de las igualdades, ya saben. Lenin, en concreto, puso en marcha una institución típica de las "libertades colectivas", los campos de concentración, en los que se fue aplicando el socialismo a millones de rusos hasta hacerlos desaparecer físicamente. El comunismo es responsable directo de la muerte de 100 millones de personas, pero estos libros de texto parecen pedir una nueva oportunidad para el socialismo real.
 
Otra de las citas, del mismo libro, dice que "Estados Unidos y la Rusia Soviética impusieron su modelo democrático y mantuvieron una fuerte tensión entre ellas, que se llamó la Guerra Fría" (Serbal). Pero lo cierto es que el relato coral de estas guías del nuevo hombre progresista es, en realidad, muy poco contemplativo con las democracias liberales. Las meramente formales, ya se sabe.
 
Porque esa identificación del socialismo con las libertades y la democracia no se da, sin embargo, con el liberalismo y el capitalismo, ya que estos "no pueden pretender la democracia realmente popular". La razón es que "El liberalismo porque promete igualdad abstracta y desigualdad real. Y el capitalismo porque se basa en la desigualdad creciente". Luego lo que tenemos en Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y demás no es ni libertad ni verdadera democracia. El mismo manual, cuando quiere ilustrar los casos de torturas en el mundo piensa en… Estados Unidos.
 
Por fortuna nos ofrece un camino de salvación: aquél, eso sí, que se derrumbó en Berlín, allá por noviembre de 1989: "O se socializa la participación de todas las personas y de todos los pueblos" o no habrá salvación. Ni la caridad ni las ayudas valen. Sólo el socialismo nos redimirá de nuestros pecados: "No deberíamos pensar que nuestras donaciones individuales y la institucionalización de medidas para la erradicación de la pobreza ayudan a los pobres, sino que les protegen de los efectos de unas reglas globales cuya injusticia nos beneficia y de las que somos responsables".
 
Y es que esto de que cada uno haga lo que le de la gana siempre que no agreda o robe al vecino, el liberalismo en suma, resulta muy peligroso. El liberalismo, dice otro texto, "liberaliza y privatiza bienes y servicios públicos, amenazando su calidad y supervivencia donde ya existen (países desarrollados) e imposibilitando su aparición donde todavía no (países subdesarrollados)". Está dominado por "los hombres ricos que pasan el día ocupados en sus negocios y por la noche roncan como vacas" y que "no contribuyen mucho al bien común". "En consecuencia, el neoliberalismo económico, en principio, perjudica a todos los trabajadores; pero sobre todo a las mujeres trabajadoras". No es que no se basen en autores de prestigio, como José Bové, que dice que la globalización "mata todos los años a 800 millones de personas".
 
¿Qué Internet ha facilitado la expansión del conocimiento como nunca antes? Así no hay quien cree el nuevo hombre progresista ni ponga orden como es debido. Así que lo suyo es criticarlo: "Podría parecer que Internet supone una democratización de las redes globales de comunicación; un salto cualitativo capaz de anular las desigualdades causadas por la globalización. Pero nuevamente se impone la realidad. Los efectos del mercado también han extendido su influencia en la red y su posible uso democratizador se ve sometido al poder del capital". "Se ha convertido", sigue, "en un elemento discriminador".
 
Con todo el tono revolucionario que se destila en estos libros de texto, ideales todos ellos para un niño de 9 años, también hay sitio para la nostalgia: "Tras la desaparición de la Unión Soviética el mundo occidental impuso sus criterios políticos, pero sobre todo su modelo económico tanto al bloque soviético como al resto del planeta".
 
¿Cómo se podría haber llegado a otro resultado sabiendo cómo se las gasta Occidente? "Las sociedades occidentales han sido belicistas y con frecuencia han exaltado actividades guerreras y los valores militares". Pero, según recoge otro texto acompañando la reflexión con la foto de Zapatero: "Coexistencia de civilizaciones, ¿choque o alianza?". Y responde: "Una serie de propuestas canalizadas a través de las Naciones Unidas defiende una alianza entre Occidente y el mundo musulmán a fin de combatir el terrorismo internacional por otro camino que no sea el militar; especialmente mediante el diálogo cultural y la corrección de las desigualdades económicas". La guerra, cuando (rara avis) no se origina en el belicismo occidental se debe al hambre creado precisamente por occidente y sus libertades formales: "La pobreza y la necesidad de recursos sólo encuentran salida en la guerra". ¿Pero es que hay otra, acaso?
 
España, según Zapatero, es un concepto discutido y discutible. Discutido, al menos, en los libros de Educación para la Ciudadanía: "España y otros Estados europeos como Alemania o Italia se han formado como consecuencia de la unión de entidades políticas preexistentes, con diversos idiomas, leyes, costumbres y creencias; es decir, con culturas diferentes". Con un pequeño salto de cuatro siglos que con un poco de suerte le pasará desapercibido al púber.

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