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Los incendios en California arrasan 170.000 hectáreas y provocan casi un millón de desplazados

La oleada de incendios que asola el sur de California entró este en su cuarta jornada, con 170.000 hectáreas quemadas y casi un millón de desplazados, y sin que haya visos de que pueda ser controlado en las próximas horas.

La oleada de incendios que asola el sur de California entró este en su cuarta jornada, con 170.000 hectáreas quemadas y casi un millón de desplazados, y sin que haya visos de que pueda ser controlado en las próximas horas.
L D (EFE) Las autoridades estadounidenses están muy pendientes de las previsiones meteorológicas, y sobre todo del viento, que, junto a la extrema sequía del terreno, se ha convertido en el factor principal que ha avivado el avance de las llamas.

El área de San Diego está cubierta por un humo acre y denso que huele a quemado y llega de los fuegos que se registran en el este. A pesar de su densidad, desde el cielo se distinguen los reflejos de los tejados de algunas casas, ahogadas en la humareda.

El aeropuerto continua abierto, pero gran parte de la gente que llega es personal de la Cruz Roja, de agencias de ayuda del Gobierno y periodistas. En las avenidas, el tráfico es extrañamente fluido ya que debido a las condiciones del aire las autoridades han pedido que se lleven a cabo el menor número posible de actividades en el exterior.

A causa de los incendios, los ciudadanos sufren dolor de cabeza y cada vez se usan máscaras en la calles. Los vientos conocidos como de Santa Ana siguen soplando su carga de ceniza sobre San Diego y hacia el océano Pacífico.

En estas condiciones, los bomberos han reconocido que son incapaces de sofocar los 19 fuegos que se extienden desde el norte de los Ángeles a la frontera con México. De hecho, sólo tres están bajo relativo control. El resto, avanza con virulencia.

De los siete condados donde se ha declarado el estado de emergencia, el más perjudicado es San Diego, donde se calcula que los daños materiales podrían ascender a unos 1.000 millones de dólares (700 millones de euros).

Además, 950.000 personas, según cálculos oficiales, han tenido que abandonar sus viviendas por peligro de incendio, en lo que supone la mayor movilización humana de la historia de California.

Los evacuados se han refugiado en hoteles, viviendas de familiares y amigos, o en refugios públicos, como el que se ha habilitado en el estadio Qualcomm, de San Diego, que ha acogido a unas 10.000 personas y sus mascotas.

La imagen del estadio podría recordar a la de los damnificados del Katrina, de 2005, si no fuera porque en esta ocasión se ha producido un despliegue de medios y organización mucho mayor al que tuvo lugar tras el paso del huracán, que causó 1.800 muertos.

Paralelamente, la Marina de EEUU ordenó hoy que su personal en el estado abandone sus cuarteles y se dirija a barcos atracados en puertos del estado con el objeto de hacer espacio a los miles de desplazados.

Por el momento, las autoridades estiman que se han quemado 170.000 hectáreas, el doble que toda la ciudad de Nueva York, y la zona más afectada es San Diego, donde se calcula que una de cada tres casas ha sido evacuada.

Sólo en San Diego, unas 1.200 viviendas han sido pasto de las llamas, frente a las 300 que se han quemado en el conjunto de los otros seis condados afectados, y que son Los Ángeles, Orange, Riverside, San Bernardino, Santa Barbara y Ventura.

Las autoridades informaron también de que dos personas han fallecido y otras 70 han resultado heridas, la mitad de ellos bomberos.

El presidente de EEUU, George W. Bush, celebró hoy una reunión de urgencia con miembros de su Gobierno, y al finalizar lanzó un mensaje de solidaridad en nombre del pueblo estadounidense y prometió toda la ayuda federal disponible.

Bush anunció que el jueves viajará para conocer de primera mano la magnitud del desastre. Entre tanto, en México, las autoridades informaron de que el fuego se propagó el lunes al estado de Baja California y ya ha quemado al menos 20 hectáreas.

Añadieron que el martes fueron controlados seis incendios que habían pasado a tierras mexicanas, y advirtieron de que se puede propagar. En Los Ángeles, las autoridades recomendaron a los vecinos que no salgan de sus casas ante la extrema contaminación del aire.

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