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Policías marroquíes dejan en coma a un saharui que escuchaba la radio de la RASD

Los defensores del pueblo de la cuenca mediterránea se reúnen por vez primera en Rabat para analizar los "logros que se han podido conseguir en los planos de las prácticas democráticas, los derechos humanos, los derechos del hombre, la buena gobernanza", entre otros. Y es paradójico que tomen asiento para estrenar este encuentro en un país donde "no se respetan los derechos individuales, y menos los del pueblo saharaui", indican jóvenes independentistas, estudiantes de derecho y educación de la Universidad Hassan II de Mohamedía en Rabat.

Los defensores del pueblo de la cuenca mediterránea se reúnen por vez primera en Rabat para analizar los "logros que se han podido conseguir en los planos de las prácticas democráticas, los derechos humanos, los derechos del hombre, la buena gobernanza", entre otros. Y es paradójico que tomen asiento para estrenar este encuentro en un país donde "no se respetan los derechos individuales, y menos los del pueblo saharaui", indican jóvenes independentistas, estudiantes de derecho y educación de la Universidad Hassan II de Mohamedía en Rabat.
LD (Beatriz Mesa) La mayoría de ellos son activistas de la causa saharaui, que exigen "menos encuentros demagogos y más  respeto a los derechos humanos" que por desgracia son violados a diario en territorios como el del Sahara Occidental donde en lo últimos días,  a raíz del aniversario de la Marcha Verde, –acontecimiento histórico mediante el que el régimen alauí invadió inicialmente la que fuera la colonia española– se ha vuelto a vivir una oleada de represión en manos de los gendarmes marroquíes. "Desde el seis de noviembre se dedican a sorprender a los jóvenes para atacarles y agredirles con todo tipo de instrumentos", explica a Libertad Digital fuentes del la Asociación por los Derechos Humanos en el Sahara Ocupada.
 
La última victima, Alhesehein Lemlih, que hace dos días fue asaltado en el Aiún por cuatro policías mientras paseaba frente a su casa y escuchaba la radio de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Las autoridades intentaron detenerle, al tiempo que lo golpeaban, pero Lemlih logró escapar por unos minutos hasta que llegó a la azotea de un hotel cercano. Allí fue alcanzado por la Policía y arrojado directamente a la calle, desde la fecha se encuentra en estado de coma.
 
Después de esta drástica práctica es difícil llamar a Marruecos el "paladín de los derechos fundamentales", ni siquiera a España que todavía no ha denunciado las violaciones que se cometen a diario en los territorios ocupados y en las zonas universitarias marroquíes donde residen una comunidad minoritaria de saharauis. Estos comportamientos, propios de regímenes antidemocráticos, merecen además otro tipo de reflexiones en reuniones como la de los responsables que defienden los derechos de las personas. "¿No deberían estos defensores mirar hacia las universidades en Rabat, que reprimen a ciudadanos por su condición de saharaui,  rechazan sus matrículas de acceso a la educación y no tienen derecho a una plaza en la residencia?", expresaba con indignación otro estudiante que prefiere mantenerse en el anonimato. 
 
Para otros activistas españoles, los últimos comportamientos de la gendarmería marroquí responde a "la venganza por el informe del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon", que informó de las atrocidades humanas contra el pueblo saharaui, e insistió en la importancia de cumplir los derechos humanos para el desarrollo de las negociaciones sobre el conflicto del Sahara Occidental.
 
Del mismo modo que molestó sólo unos días después la resolución del Consejo de Seguridad que no entró en discriminaciones, a pesar de los miembros aliados del país alauí, y dio por válido las dos propuestas, la de Marruecos y el Polisario. Y el último y más duro revés fue cuando el juez Garzón abrió diligencias contra Marruecos por posible genocidio contra la población saharaui durante los años ochenta y noventa. "Tras la decisión del juez, el cielo se les cayó", argumenta un miembro del Polisario. "Con la política del chantaje es como reacciona Marruecos, lo ha hecho con nosotros, ahora lo hace con Ceuta y Melilla", agrega.
 
Finalmente, este militante, advierte al Gobierno del presidente José Luis Rodríguez Zapatero de que "las manifestaciones de casi cinco mil personas durante la visita de los Reyes en las fronteras de Ceuta y Melilla es una demostración de que el país alauí podría impulsar otra marcha verde en cualquier momento", concluyó.  De cualquier modo, las reivindicaciones de las ciudades autónomas siempre han ocupado un espacio en la política expansionista del régimen marroquí, empezando por Mauritania, parte de Argelia, pasando por el Sahara, como así alcanzó haciendo una guerra, y terminando en las provincias españolas, para las que tampoco pueden encontrar argumentos históricos que aprueben su marroquinidad.
 
Este jueves lo decía precisamente en Rabat el defensor del pueblo español, Enrique Múgica,: "no tienen sentido el diálogo sobre Ceuta y Melilla porque son ciudades españoles desde el siglo XV". Palabras alentadoras en mitad de una crisis abierta entre los países vecinos, que no reconoció. Según Múgica, el "patio entre España y Marruecos es magnífico, son sólo nubes negras que se disiparán con el trabajo de ambos países".

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