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¿Qué hace un moralista en tu mercado? Sarkozy y el capitalismo justo

El presidente francés ha tocado un nervio crítico de la civilización en su primer discurso ante el Parlamento Europeo. Nicolás Sarkozy pide a Europa que cumpla con "su papel en la moralización del capitalismo financiero". ¿Necesita regenerarse el capitalismo? ¿Se ha apartado de los fundamentos morales que lo constituyen desde que Aristóteles alumbrara la doctrina del "destino universal" de los bienes? Sarkozy, que también sorprendió a diputados y observadores con su proteccionismo de las mercaderías europeas, no es partidario de "la aplicación de un laissez faire absoluto ni de un capitalismo financiero que reconoce sólo el poder de la renta y la especulación y no apoya a los ahorradores". Libertad Digital pide a varios académicos y expertos que comenten unas ideas tal vez poco revolucionarias, pero radicales y controvertidas.

El presidente francés ha tocado un nervio crítico de la civilización en su primer discurso ante el Parlamento Europeo. Nicolás Sarkozy pide a Europa que cumpla con "su papel en la moralización del capitalismo financiero". ¿Necesita regenerarse el capitalismo? ¿Se ha apartado de los fundamentos morales que lo constituyen desde que Aristóteles alumbrara la doctrina del "destino universal" de los bienes? Sarkozy, que también sorprendió a diputados y observadores con su proteccionismo de las mercaderías europeas, no es partidario de "la aplicación de un laissez faire absoluto ni de un capitalismo financiero que reconoce sólo el poder de la renta y la especulación y no apoya a los ahorradores". Libertad Digital pide a varios académicos y expertos que comenten unas ideas tal vez poco revolucionarias, pero radicales y controvertidas.
LD (Víctor Gago) Se trata de un saber tan antiguo como la institución de la propiedad privada. ¿Cómo debe ser una posesión justa de las cosas? ¿En qué consiste el enriquecimiento lícito?
 
Nicolás Sarkozy, que está rescatando la antigua pasión de los príncipes por la filosofía, ha devuelto al primer plano el debate sobre la "moralización del capitalismo", una controversia sobre el uso de la propiedad que tiene al menos tres mil años de antigüedad en Europa y nunca se ha decantado del todo entre las dos grandes posiciones vigentes: por un lado, la que postula un "destino universal de los bienes", hija del pensamiento griego, desarrollada por la Escolástica, adaptada por la ética calvinista e incorporada a la Doctrina Social de la Iglesia Católica; por otro, la que, desde Adam Smith pregona el "interés propio" como criterio de moralidad de la riqueza.
 
La propuesta más seria de integración de ambas tradiciones es la encíclica Centesimus annus de Juan Pablo II, documento de referencia para los estudiosos de los fundamentos morales de la propiedad. El antecesor de Benedicto XVI reconoce los derechos de propiedad y la libertad de contratos como derechos naturales; derechos no absolutos –ningún derecho lo es–, sino moderados por una "misión social".
 
Sarkozy ha demostrado conocer la extensa gama de matices de un debate irresuelto que está en la base misma de la civilización occidental. Su exhortación a "moralizar el capitalismo" no es gratuita, como tampoco lo es su defensa de "cierto proteccionismo" de la industria y la agricultura europeas basado en lo que él llama un "principio de reciprocidad" con las condiciones competitivas de otras regiones del planeta.
 
Ambos mensajes, el de la "moralidad" del sistema y el de la protección de sus productos, tienen un inequívoco aroma populista que desmiente la reputación liberal que ha acompañado a Sarkozy. Pero no surgen de la nada. Los contiene y los explica, en primer lugar, la aprensión instalada en Europa por la liberalización del mercado energético, y por otro lado, por la incierta mundialización de la crisis hipotecaria de Estados Unidos.
 
Instituto Juan de Mariana: "Una diferencia falaz"
 
Para Francisco Capella, director del departamento de Ética del Instituto Juan de Mariana y comentarista de Libertad Digital, la iniciativa moralizadora de Sarkozy no está justificada.
 
El presidente francés -dice- establece una "diferencia falaz entre economía financiera y economía real. Es cierto que los volúmenes de la economía financiera son muy superiores a la real, pero porque lo que se producen son constantes ajustes del lado financiero a los intercambios reales".
 
Para el portavoz del Juan de Mariana, "la liberalización del mercado financiero es todo un avance y lo que tendríamos que hacer es avanzar también en el ámbito de los intercambios reales, no dar pasos atrás en el ámbito financiero".
No es honesto, por otra parte, que Sarkozy hable de "moralizar" cuando en realidad quiere decir "legislar", opina Capella.
 
"La moral es un ámbito distinto de la coacción legal. Si los europarlamentarios quieren contribuir al avance en asuntos morales, que debatan entre ellos, pero que no legislen", comenta.
 
El Instituto Juan de Mariana subraya que "no es cierto que el capitalismo sea un sistema inmoral, un sistema al que haya que aplicarle una capa de moralidad aparte. Por el contrario el capitalismo lleva implícita una moral, que se basa en la ética de no agresión, en el respeto de la vida y la propiedad ajenas. Además la práctica del intercambio lleva aparejada otra serie de valores, como la responsabilidad, la confianza, el deseo de cooperación…".
 
Tal vez Sarkozy no esté hablando de reformar los fundamentos morales del capitalismo, sino de recargar sus "reservas morales", en el sentido en que Wilhelm Röpke habla de ese sustrato en su clásica La teoría de la economía –por cierto, recientemente reeditada por Unión Editorial–.
 
Röpke señala que el principio lucrativo en el que descansa el capitalismo "es un producto artificial de la civilización, muy sensible y frágil", que sólo funciona si se dan las condiciones de la libre competencia.
 
"Pero ésta", nos advierte Röpke, "no puede funcionar sin una base de determinadas normas éticas: un decoro y lealtad general en materia de negocios, una limpia observancia de las reglas del juego y un determinado orgullo de clase que considere denigrante engañar, sobornar y abusar del poder supremo del Estado para fines propios egoístas".
 
El mismo autor se pregunta "si esa base no se ha vuelto muy quebradiza porque hemos vivido de reservas morales sin cuidar de renovarlas, y si es posible alumbrar nuevas fuentes de energía moral".
 
¿No se habrá referido Sarkozy a esa tarea, y no a la de cambiar las reglas de juego, cuando habla de "moralizar el capitalismo"?
 
Domenec Melè: La libertad de empresa "en un marco ético claro"
 
Para el profesor Doménec Melè, titular de la Cátedra de Economía y Ética de IESE, el presidente francés ha terciado en un debate con una larga tradición académica en las mejores escuelas de negocios, en general, y en IESE, en particular.
 
"Sin conocer a fondo el discurso del Señor Sarkozy", dice el profesor Melè a Libertad Digital, "parece evidente que nos habla de insertar la libertad de empresa –que no se cuestiona– dentro de un marco ético claro".
 
Sarkozy se refiere específicamente al capitalismo financiero, que "persigue maximizar el beneficio para el accionista y aplica determinadas políticas de eficiencia. Para esta variante ética del capitalismo, la información circula espontáneamente en el mercado, movida por una mano invisible. La pregunta es, ¿a qué precio se consiguen esos estándares de eficiencia y rentabilidad?"
 
Hay otra corriente del capitalismo que se abre paso con fuerza en las grandes empresas, sosteniendo que "la eficiencia no es incompatible con el cumplimiento de una misión social", resume el profesor de IESE.
 
Para esta corriente, están en el mismo plano de legitimidad del interés los shareholders –accionistas– y los stakeholders –clientes, empleados, proveedores, toda una red de intereses involucrada en la misión social de la empresa–, y es responsabilidad de la empresa atenderlos por igual a todos", comenta Doménec Melè.
 
Con esta corriente de la ética capitalista parece estar conectando, consciente o inconscientemente, el discurso de Nicolás Sarkozy. ¿Moralizar el capitalismo o, como señala Röpke, "recargar sus reservas morales" de toda la vida?
Profesionales por la Ética, una asociación vanguardista en la defensa de las libertades civiles, prefiere abordar el debate al que incita Sarkozy desde una clarificación de los principios éticos de la sociedad abierta.
 
Profesionales por la Ética: libertad, el sistema más eficiente y justo
 
"Defendemos la economía libre", nos comenta Teresa García-Noblejas, responsable de Comunicación Corporativa de este think tank independiente, un sistema que "permite a la persona poner en juego su creatividad, de modo que puede poner su talento, sus bienes y su trabajo al servicio de la sociedad, ofreciendo a ésta los bienes y servicios que necesita para su desarrollo".
 
Profesionales por la Ética recuerda que "la libertad económica, además, ha demostrado ser el medio más eficiente de asignación de recursos escasos para satisfacer las necesidades humanas. Moralizar el capitalismo, para nosotros, no es dotarlo de un código deontológico o de una apariencia de bondad sino de regularlo (lo menos posible) para obtener beneficios teniendo como límites la dignidad de las personas y el bien común de la sociedad".
 
Teresa García-Noblejas no cree que se trate de introducir nuevas normas. Todo lo contrario. Para Profesionales por la Ética, el papel del Estado debe limitarse a "garantizar el correcto funcionamiento del mercado (por ejemplo, castigando el abuso de posición de dominio) y el acceso de toda la población (especialmente, la más desfavorecida) a determinados bienes y servicios".
 
Más relevante le parece a esta asociación el papel del Gobierno de una sociedad abierta en la expansión de la democracia, sin la cual no hay una libertad económica moralmente aceptable.
 
Los Gobiernos, dice García-Noblejas, deben "contribuir a la democratización de Europa y del resto del mundo a través de programa educativos y culturales y alianzas políticas", así como "combatir la corrupción mediante prácticas efectivas de buen gobierno: transparencia en la gestión y control de fondos públicos".
 
Al igual que el profesor Melè, de IESE, la portavoz de Profesionales por la Ética cree que Sarkozy ha conectado "indudablemente" con la concepción cristiana de la propiedad privada.
 
"No hay que olvidar que los padres de Europa tenían una sólida formación humanista cristiana. Dicho de otra manera, sin esa formación, la declaración Schumann no se habría producido", comenta.
 
Serrano Oceja: "Acaba con el reduccionismo antropológico"
 
El profesor José Francisco Serrano Oceja, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad San Pablo-CEU y destacado colaborador del suplemento Iglesia de Libertad Digital, también ha accedido a analizar para LD el profundo discurso del jefe del Estado francés.
 
Para el profesor Serrano Oceja, estamos ante un político que rehabilita el interés por las grandes cuestiones de la vida pública.
 
"Formula ideas que no sólo tienen una naturaleza política, sino que responden a inquietudes profundas de la persona en este tiempo. Es un estadista que tiene la virtud de lanzar propuestas que responden a necesidades reales, sentidas y específicas de la época", valora el decano de la San Pablo-CEU.
 
Otro elemento a destacar del pensamiento de Sarkozy sobre el capitalismo es que "acaba con el reduccionismo antropológico y nos incita a una comprensión amplia de la economía de mercado desde los postulados de una antropología más profunda del ser humano".
 
El profesor José Francisco Serrano Oceja coincide con otros comentaristas consultados por LD en que Sarkozy está invocando conscientemente las bases cristianas de la civilización occidental fundada en Europa.
 
"Evidentemente", señala, "es una recuperación de la doctrina social de la Iglesia en toda su extensión. Lo significativo es que esa rehabilitación se hace, no desde el ámbito de un político católico, sino desde el de un estadista de una organización política laica". Toda una lección, opina el profesor Serrano Oceja, contra el "papanatismo sobre lo que supone o no supone la Doctrina Social de la Iglesia".
 
¿Hay razones para preguntarse qué hace un moralista en el mercado, en pleno siglo XXI?
 
En ningún momento, Sarkozy parece que esté denunciando una supuesta inmoralidad del capitalismo. Tampoco se desprende de sus palabras que persiga una sustitución de los fundamentos morales del capitalismo. Él habla de "moralizar", es decir, de cargar de moral. En rigor, se trata de la exhortación a esa "recarga moral" de la que habla Röpke; viejos fundamentos quizá demasiado frágiles que necesitan ser constantemente tonificados. ¿Lo necesita el sistema?
 
Quizá Sarkozy no haya hablado de nada más. Ni de nada menos.

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