El Joventut se movió más rápido, buscó antes el objetivo y trabajó mucho en defensa para dejar que el alero de la selección española ejecutará la otra parte de plan en el aro valenciano. Ni siquiera la brega del puertorriqueño Rubén Douglas y de Víctor Claver en ataque metió al Pamesa en la pelea. El equipo de 'La Fonteta' vio la Copa desde lejos, como un espectador neutral, igual que si persiguiera sombras etéreas. Los dos únicos hombres que funcionaron al ritmo de una eliminatoria copera fueron Douglas y Claver. El base evitó que el castigo al descanso adquiriese tintes de condena con un triple campo propio (39-33). Los doce puntos del puertorriqueño hasta el descanso sostuvieron al Pamesa en pie, pero no lo bastante como para inquietar a un Joventut tranquilo, confiado, ajeno a la presión de estas eliminatorias.
Tuvo lugar algo así como un intercambio de papeles. Los tiros mal seleccionados y los problemas ofensivos cambiaron de bando y el Madrid, poco a poco, aunque sin aparentes dificultades estrechó la brecha (15-20 m.10). Un triple de Smith niveló por primera vez el tanteo (22-22) y, mientras el Akasvayu adoptaba la misma cadencia de errores ofensivos y desajustes defensivos que los blancos pasaron al principio, el Madrid cogía seis puntos de ventaja (33-27 m.18). Pero los gerundenses sabían lo que querían, tenían claro el partido que querían plantear y desarrollar.
Quince años sin ganar la Copa son muchos para una entidad como el Real Madrid. Otros veinte minutos sin carburar convenientemente le habrían condenado con toda seguridad. También al Akasvayu. El caso es que, con una mayor dosis de intensidad, ningún regalo defensivo y el partido inscrito, ya sí, dentro de parámetros más propios para la ocasión, los puntos empezaron a caer con cuentagotas (46-47 m.28). Bajo semejante panorama, la intensidad defensiva madridista decantó ligeramente el duelo para dejarlo con una pequeña diferencia favorable a falta de último cuarto (52-47).
Plaza buscó fuera del guión esperable para intentar mejorar el rendimiento atacante. Dejó al estadounidense Louis Bullock sentado al principio del último cuarto para introducir al griego Mikhalis Pelekanos, también especialista en el lanzamiento de larga distancia. Ni por esas. El contador sumaba muy de vez en vez. Entre cada movimiento, ambos cincos consumían intentos sin éxito. Demasiada tensión probablemente y, sin duda, la lección de que la defensa gana títulos bien divulgada y bien aprendida por todos los protagonistas. La baza de Pelekanos duró poco. El Madrid, a la vista de que no terminaba de soltarse en ataque, de que el reloj corría ajeno a los problemas y la el Akasvayu cada vez veía más cerca la posibilidad de llegar al epílogo con opciones de victoria, reformó el quinteto a cinco minutos de la bocina para ir a por la clasificación sin guardarse nada.
Los blancos, ante eso, decidieron protegerse en una zona y dejar que Tunceri y Bullock, con el Akasvayu todavía descolocado ante la nueva disposición de retaguardia madridista, disparasen, con dos lanzamientos secos y certeros, a la sien de los gerundenses. Un triple por barba junto con una bandeja en contragolpe del turco aniquilaron al equipo de Pedro Martínez (69-56). Cinco eliminatorias y cinco derrotas en la Copa no hacen justicia al cuadro catalán.