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Condenado a quince años por matar, descuartizar y tirar al río el cuerpo de su mujer

Eugenio R.R., de 55 años, ha sido condenado a quince años de prisión tras matar a su mujer a la que luego descuartizó y arrojó al río Pisuerga, el 1 de marzo de 2006 en Valladolid. La sentencia fue dictada por un jurado popular formado por cinco hombres y cuatro mujeres que lo consideraron culpable con agravantes de abuso de superioridad, de confianza y de parentesco. Además, han establecido una indemnización de 40.000 euros para cada uno de los cuatro hijos del acusado y de la víctima.

Eugenio R.R., de 55 años, ha sido condenado a quince años de prisión tras matar a su mujer a la que luego descuartizó y arrojó al río Pisuerga, el 1 de marzo de 2006 en Valladolid. La sentencia fue dictada por un jurado popular formado por cinco hombres y cuatro mujeres que lo consideraron culpable con agravantes de abuso de superioridad, de confianza y de parentesco. Además, han establecido una indemnización de 40.000 euros para cada uno de los cuatro hijos del acusado y de la víctima.
LD (EFE) La Audiencia Provincial de Valladolid le ha condenado a quince años de cárcel, tras el veredicto del jurado popular que consideró al procesado culpable de homicidio, por matar, descuartizar y arrojar el cuerpo de su mujer, Benita del Valle, de 49 años, al río Pisuerga.
 
El jurado, compuesto por cinco hombres y cuatro mujeres, hizo público el veredicto de culpabilidad el pasado jueves por el suceso ocurrido la noche del 1 de marzo de 2006 en la vivienda que compartían acusado y víctima en la calle Mirlo de Valladolid.
 
La sentencia, notificada este martes, considera como agravantes abuso de superioridad, abuso de confianza y parentesco, y establece una indemnización de 40.000 euros para cada uno de los cuatro hijos del acusado y de la víctima.
 
Además, el condenado tiene prohibido residir y acudir al municipio de Valladolid durante un periodo de 10 años, a partir de la fecha de cumplimiento de la pena de cárcel, junto con la imposibilidad de acercarse a menos de 200 metros de sus hijos y nietos y de comunicarse con unos y otros por cualquier medio durante una década.
 
Todo empezó con el deterioro de la relación conyugal
 
Respecto de cómo ocurrieron los hechos, el fallo del tribunal consideró probado que las relaciones entre ambos se fueron deteriorándose durante los últimos años, hasta que en 2005 decidieron separarse, obtuvieron la sentencia firme en febrero de 2006, y acordaron seguir compartiendo el domicilio familiar, sito en el número 32 de la calle Mirlo de Valladolid, a la espera de liquidar la sociedad de gananciales y vender el inmueble.
 
Sin embargo, las discrepancias se hicieron cada vez más evidentes respecto del valor económico del domicilio conyugal, "las amistades de ella o las actividades que desarrollaba en una asociación". El episodio definitivo que concluyó en tragedia se produjo la madrugada del 1 de marzo de 2006 como consecuencia de unos mensajes SMS intercambiados por la pareja y en los que el condenado reprochó la tardanza con la que ella tenía previsto llegar a casa tras pasar todo el día con un amigo de Fuenlabrada (Madrid) al que había conocido por Internet.
 
Fue al llegar Benita a casa y cuando ésta se encontraba ya en su habitación cuando el condenado "decidió darle muerte, para lo cual se proveyó de un cuchillo de hoja plana monocortante y de punta" con la que la atacó en el cuello, causándole una herida punzante de 3,7 centímetros de profundidad que le afectó a la vena tirolingual y que produjo finalmente su muerte, afirmación que desecha la versión del estrangulamiento ofrecida por Eugenio R.R.
 
Al día siguiente, tal y como consideró también probado el jurado popular, el homicida se hizo en la empresa de su hijo con un cuchillo de grandes dimensiones y una sierra manual con la que descuartizó el cadáver de su ex esposa, lo introdujo en dos bolsas de deporte y arrojó su pedazos al río Pisuerga. Ese mismo día se había reunido con sus hijos y les había dicho que el día anterior su madre había salido de casa para hacer unas gestiones y no había vuelto, con lo que estos últimos decidieron poner una denuncia en comisaría.
 
No fue hasta el día 9 de mayo de ese año cuando el homicida se entregó a la policía y confesó los hechos, ya que días antes habían ido apareciendo los restos de su ex mujer en el río y la policía estaba apunto de detenerle, sobre todo porque habían hallado manchas de sangre en el maletero de su coche en el que trasladó el cuerpo desmembrado de la víctima la noche en la que se deshizo de él.

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