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Pekín confirma la muerte de diez personas en los disturbios en el Tíbet

Los enfrentamientos continúan en Lhasa, una ciudad sitiada por el Ejército chino. El caos permanece tras los disturbios registrados en los últimos días, que ya se han cobrado la vida de diez personas. Las protestas comenzaron el pasado 10 de marzo, cuando cientos de monjes salieron a las calles para recordar el aniversario de la fracasada rebelión tibetana contra el mandato chino en 1959, que causó la huida al exilio del Dalai Lama.

Los enfrentamientos continúan en Lhasa, una ciudad sitiada por el Ejército chino. El caos permanece tras los disturbios registrados en los últimos días, que ya se han cobrado la vida de diez personas. Las protestas comenzaron el pasado 10 de marzo, cuando cientos de monjes salieron a las calles para recordar el aniversario de la fracasada rebelión tibetana contra el mandato chino en 1959, que causó la huida al exilio del Dalai Lama.
L D (Agencias) Pekín indicó además que un número indeterminado de personas resultaron heridas en la revuelta, entre ellas varios policías que están en estado grave, y que un total de 580 personas fueron evacuadas de la ciudad por las fuerzas de orden público.

Las autoridades, que no facilitaron la cifra de detenidos, afirmaron que todos los fallecidos son "civiles inocentes" de nacionalidad china, que fueron "quemados hasta morir" por los manifestantes independentistas, y mantuvieron, por otra parte, que la Policía "no disparó ningún arma" durante la revuelta.

Pekín aseguró que la "calma" reina este sábado en la capital tibetana, sin embargo, según pudo saber Efe, se escucharon disparos en Lhasa, una ciudad sitiada y ocupada por tanques y otros vehículos militares chinos donde la comunicación telefónica continúa interrumpida. "Desde ayer hay estado de sitio y no podemos salir a la calle, al menos quienes vivimos en el centro de Lhasa", explicó a Efe un testigo de los hechos, quien no descartó que se estén produciendo registros "casa por casa".

Las manifestaciones comenzaron el pasado lunes en el monasterio de Deprung, cuando 500 monjes quisieron conmemorar de un modo pacífico el 49 aniversario de la rebelión de 1959 contra el dominio de China, que sofocó el levantamiento que concluyó con el exilio de 100.000 tibetanos, entre ellos su líder espiritual, el Dalai Lama.

Las protestas, no obstante, fueron adquiriendo intensidad a lo largo de la semana y se prolongaron hasta ayer, jornada en la que alcanzaron su máxima magnitud al sumarse civiles a las manifestaciones de los monjes y protagonizar enfrentamientos con la Policía e importantes disturbios.

Las autoridades señalaron que se produjeron saqueos y asaltos por parte de manifestantes armados con cuchillos, botellas, barras de hierro, piedras, palos y líquidos inflamables que provocaron 40 fuegos de importancia en los que ardieron vehículos, tiendas, centros comerciales, hoteles, bancos, escuelas, hospitales, viviendas particulares, mercados y una mezquita.

El Gobierno chino ha guardado silencio sobre el desarrollo de los acontecimientos a lo largo de la semana, por lo que las noticias han ido apareciendo con cuentagotas. La censura ha alcanzado incluso a la señal de cadenas de televisión extranjeras, como la CNN, cuando informan sobre la actualidad de Lhasa.

Las autoridades han calificado los sucesos de "sabotaje separatista" y han acusado al Dalai Lama y a "su camarilla" de ser los instigadores de la revuelta. "Trataremos con severidad y de acuerdo con la ley a aquellos que se involucren en actividades que busquen la división de la nación", subrayó el presidente del Gobierno tibetano, Qianba Puncog. Otras autoridades judiciales y policiales como el Alto Tribunal de Tíbet, la Fiscalía Regional y el Buró Regional de Seguridad Pública, anunciaron en una nota que "eximirán de castigo" a quienes depongan su actitud y "den información" sobre otros manifestantes.

El Dalai Lama, por su parte, en declaraciones recogidas por la emisora Radio Free Asia, hizo dos llamamientos: uno, "a los líderes chinos para que interrumpan el uso de la fuerza y reconduzcan el largo resentimiento del pueblo tibetano a través del diálogo con él" y otro a "sus compatriotas tibetanos para que no recurran a la violencia".
 
Las tropas chinas ocuparon Tíbet en 1951 y en 1989 Pekín ordenó la ley marcial en Lhasa tras las manifestaciones de los tibetanos en demanda de su independencia, una protestas que, como las de esta semana, comenzaron un 10 de marzo, aniversario de la revuelta de 1959.

Los sucesos de Lhasa tienen lugar a menos de cinco meses del inicio de los Juegos Olímpicos de Pekín, una cita en la que China quiere mostrar al mundo la mejor de sus imágenes, por lo que trata por todos los medios de que no se politice. Sin embargo, conflictos como los de Tíbet, Xinjian y Darfur y la recurrente problemática de la situación de los derechos humanos en China amenazan con echar por tierra los esfuerzos de Pekín.

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