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SU JEFE DE PRENSA CUENTA LA TRAICIÓN DE ZAPATERO

Mil días y un desencanto
de Maragall

 

 
LD (V. Gago) El director de Comunicación de Pascual Maragall lo cuenta todo. Su memoria personal de los Mil días con PM revela claves y sucesos concretos que fraguaron el distanciamiento personal de Maragall y José Luis Rodríguez Zapatero. La piedra angular del desencanto es la misma que emparedó a otras ilustres víctimas políticas del presidente del Gobierno: la deslealtad, la falta de escrúpulos para sustituir aliados como quien desecha piezas de recambio de un coche usado. Libertad Digital ha tenido acceso a un ejemplar de la edición en catalán de esta jugosa crónica de Jordi Mercader, publicada por La Magrana (RBA Editores).
 
El autor presenció al lado de Maragall el largo cerco de animadversión que Zapatero le tendió después de pactar con Artur Mas el nuevo Estatuto de Cataluña en la célebre velada secreta de La Moncloa, en enero de 2006.
 
Su relato de las presiones al entonces presidente de la Generalidad para que renunciase a la reelección y dejase paso a José Montilla está lleno de episodios de llanto y espanto, traición y servilismo, dignos de un dramón de Shakespeare.
 
La historia de cómo el valedor de Zapatero en el Congreso del PSOE de 2000 se convirtió en un apestado para el presidente del Gobierno a partir de 2004 comienza, según Jordi Mercader, el 8 de marzo de 2004, seis días antes de las Elecciones Generales de aquel año.
 
Maragall publicó aquel lunes un artículo en El País en el que, entre elogios al candidato socialista, formulaba el siguiente diagnóstico sobre el federalismo en el PSOE de Zapatero:
 
  • "Las cosas no están quizá lo suficiente maduras como para que el socialismo haya acreditado una alternativa federal clara, se haya enfrentado al PP en el terreno identitario y se haya descarado en la denuncia del retroceso que significa el constitucionalismo minimalista de la derecha española".
 
 
Este párrafo provocó "una primera chispa de recelo en el futuro presidente del Gobierno respecto a Pascual Maragall. Así me lo han contado y así se lo explico, por insostenible que les pueda parecer", señala Jordi Mercader en su libro Mil días con PM, sin dar demasiado crédito a una "hipótesis de trabajo" que el entorno de Zapatero ha improvisado para explicar su distanciamiento de Maragall.
 
Más seguro, para Mercader, aparece el episodio en el que la zanja gélida se abrió entre ambos líderes a la vista de todo el mundo.
 
Fue el domingo 5 de febrero de 2006, durante una reunión de la Ejecutiva del PSC convocada para rendir homenaje a Zapatero por su acuerdo con CiU sobre el nuevo Estatuto de Autonomía. Zapatero iba a darse un baño de gloria entre los socialistas catalanes.
 
Maragall, presidente del PSC, había sido invitado, pero no para intervenir en la sesión. El entonces presidente de la Generalidad amenazó con no acudir a la reunión si no podía hablar ante Zapatero. Las cosas se pusieron tensas, recuerda Jordi Mercader, durante una frenética mañana de llamadas desde la sede del PSC, en la barcelonesa calle de Nicaragua, al domicilio del Honorable.
 
Finalmente, Maragall pudo hablar y lanzó un discurso que, en la superficie y en la forma era de alabanza a Zapatero, pero contenía un órdago a la nueva alianza del presidente con CiU, que provocó la ruptura sorda, pero irreparable, entre ambos.
 
Mercader cita, entre otros, uno de los fragmentos más significativos de aquel discurso de Maragall ante Zapatero:
 
  • "No es difícil entender que las rebajas de CiU hayan caído mal. Aún a sabiendas de que su incorporación a la mayoría parlamentaria española es interesante y lo es también la ruptura de su aislamiento en la política española, que veían hasta ahora sólo como el lugar para ir a comprar pescado a bajo precio, el peix al cove. Pero costará olvidar que CiU echó del Gobierno español primero a Serra y luego a Felipe antes de tiempo. Y que seguidamente se alió con el PP por ocho años, hasta hace nada. Por ello, que se integren de veras en la política española y en la gobernación española es importante. Es un cambio histórico. Pero no al precio de sacrificar la mayoría de gobierno progresista en Catalunya".
 
La sentencia contra Maragall se firmó en La Moncloa durante la noche en que Zapatero y Mas se reunieron en secreto para pactar el nuevo Estatuto. El presidente incumplía otra de sus promesas, la de aceptar lo que le llegase del Parlamento de Cataluña, y de paso, apuñalaba a su mentor político, al personaje que le ayudó a llegar a la Secretaría General del PSOE en un Congreso, el del año 2000, en el que partía como el candidato comparsa, el perfecto desconocido frente a José Bono.
 
Era difícil, pero Zapatero había conseguido superarse a sí mismo en el arte de la traición. Y aún demostraría de lo que es capaz, traicionando un año después a Artur Mas para que Montilla pudiese pactar otra vez con ERC e ICV, dejando a CiU otros cuatro años en el dique seco en Cataluña.
 
El libro de Mercader revela los sucesos del proceso de acoso a Maragall que le infligieron sus propios correligionarios, empezando por el vicesecretario del PSC, Miguel Iceta, al que Maragall había ensalzado como el verdadero autor del Estatuto aprobado por el Parlamento de Cataluña en septiembre de 2005.  Iceta aparece en la crónica del director de Comunicación de Maragall como el portador de los malos auspicios que llegaban de Ferraz:
 
"Iceta vino a decir: las encuestas son muy malas, de ninguna manera volveremos a ganar las elecciones (...) Los que te queremos bien tenemos que aconsejarte que no pongas en riesgo tu prestigio con una derrota electoral segura. Deberías anunciar de forma inmediata que no vuelves a presentarte".
 
El fúnebre augurio de Iceta se produjo a mediados de mayo, según recuerda Jordi Mercader en su libro de 270 páginas.
 
"Fue, seguramente, el primer dirigente del PSC que le dijo personalmente a PM que el partido no quería que optara a la reelección", escribe el autor en el capítulo 18 de Mil días con PM.
 
La presión había caído sobre Maragall mucho antes, al principio en forma de desaires de Zapatero, como cuando fue a Barcelona y almorzó con los vips de la clase empresarial catalana sin invitar a Maragall.
 
Según Mercader, los primeros "tanteos" sobre Maragall los hizo el propio Zapatero, mientras negociaba en secreto con CiU sobre el nuevo Estatuto. Fue hacia el mes de septiembre de 2005.
 
"Maragall, que sabía de las aspiraciones de CiU, se quedó más bien sorprendido de que el presidente del Gobierno hiciera de mensajero (...) Más que el nombre recitado por Zapatero", José Montilla, "lo que encendió la incredulidad de Maragall fue que su interlocutor hubiera pensado ya con tanto detalle en sustituirle sin haber hablado nunca con él", asegura Mercader en su libro.
 
Hay episodios contados en el libro, que revelan el grado de tensión y desafecto que llegó a experimentar la relación de Zapatero y Maragall.
 
Uno de ellos muestra a la esposa del Honorable, Diana Garrigosa, interpelando a Zapatero después de un mitin en Barcelona. "¿Qué te ha hecho mi marido para que le trates tan mal?", le espetó. Y Zapatero, sin mirarla, sin detenerse, mientras iba en busca de su coche oficial después del mitin, le respondió con el cinismo habitual en el personaje, según queda retratado en el libro de Mercader: "¡Pero si yo le tengo mucho cariño a Pascual!"
 
En esta historia de traición, no faltan las plañideras. En esa categoría, ocupa un lugar destacado la diputada del PSC Manuela de Madre.
 
Jordi Mercader la describe llorando a moco tendido el día en que Maragall cedió a las presiones que le asolaron desde el entorno de Zapatero durante ocho meses. Claro que, también la muestra participando activamente en las intrigas para defenestrar a su llorado President.
 
Mientras Maragall se decide a publicar sus memorias políticas [ha anunciado que lo hará en 2009] la crónica de su director de Comunicación resulta un buen anticipo del retrato moral de los personajes de la izquierda gobernante en España y un indicio de sus expiaciones. La culpa de Maragall fue aupar a Zapatero al lugar desde el que hoy le desprecia. En el pecado lleva la penitencia.

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