(LD- R. C.) La propuesta árabe pasaba por abordar en un primer lugar la formación de un gobierno de unidad nacional y la elección del nuevo presidente después de seis meses de vacío institucional con el nombramiento del jefe del Ejército, Michel Sleiman, único candidato de consenso de los dos bloques. La reforma de la ley electoral y el desarme dos cuestiones clave pero de difícil acuerdo quedarían pospuestas para más adelante.
El nuevo gabinete de Doha estaba compuesto por 30 ministerios y la repartición de poder sería la siguiente: trece estarían ocupados por la mayoría parlamentaria anti siria; diez por la oposición pro siria liderada por los islamistas de Hezbolá; y los siete restantes serían elegidos por el nuevo presidente electo.
Hezbolá sin embargo rechazó el reparto de las cuotas porque considera que le corresponde más de un tercio del gabinete. También se negaban a retrasar el debate sobre la reforma de la ley electoral por lo que a pesar de estar de acuerdo con la candidatura de Michel Sleiman han boicoteado su elección.
La oposición cristiana ligada a la organización político terrorista de corte chií insistía en que no se podía retrasar la reforma de la ley electoral porque de ella depende la composición del próximo parlamento, informa Now Lebanon.
La crisis parlamentaria e institucional saltó hace 18 meses cuando seis ministros de la oposición liderada por Hezbolá abandonó el gobierno de unidad de Fuad Siniora exigiendo un derecho a veto que Siniora le niega. Un año más tarde, en noviembre 2007, la situación de inestabilidad política se recrudeció después de que expiara el mandato del presidente Emile Lahoud como presidente de la República sin tener un sustituto.
Cláusula desarme
La propuesta de Arabia Saudí, también, incluía una cláusula sobre las garantías de seguridad para evitar nuevos choques internos como los ocurridos recientemente y que dejaron más de 65 muertos. Hezbolá, no obstante, se negó el domingo a renunciar a la violencia pese a los mandatos de Naciones Unidas que exigen un desarme de las organizaciones terroristas y las milicias.
El hecho que el Estado libanés no pueda disfrutar del monopolio del uso de la fuerza le coloca en una situación de debilidad crónica que favorece sobremanera a las organizaciones terroristas como Hezbolá y su asentamiento.