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El Gobierno en la cosmética y la oposición enfervorizada, por CARMELO JORDÁ

Tras una tan larga como aburrida discusión sobre el Último Consejo Europeo, la sesión de control al Gobierno de esta semana ha vuelto a transitar por los vericuetos de la economía, con un nuevo enfrentamiento entre gobierno y oposición sobre si estamos en una crisis (palabra maldita que jamás oiremos en boca de un miembro del PSOE) o si se trata de, como ha dicho hoy De la Vega, "dificultades serias".

LD(Carmelo Jordá) El PP percibe que con la cuestión económica tiene material para noquear al gobierno y, semana tras semana, golpea el rostro del ejecutivo con nuevos datos, nuevas crí­ticas y la misma acusación de no estar haciendo nada; a esto, Zapatero, De la Vega y Solbes responden una y otra vez desgranando el mismo rosario de medidas ya tomadas y de dudosa eficacia: los 400 euros, los créditos del ICO, los acuerdos con los transportistas... y, sobre todo, comprometiéndose a no tomar las medidas impopulares y "decretazos" que en su dí­a tomó el PP.

Quizás esas medidas impopulares serían necesarias ahora y, lo sean o no, lo que está claro es que mientras el gobierno no se anime a atajar los problemas económicos de una forma más contundente seguirá dando pie a los populares para que le aticen como lo han hecho hoy. Así, Rajoy le ha acusado de "estar en la cosmética", por el escaso calado de sus medidas, mientras que Soraya Sáenz de Santamarí­a le ha recordado a la Vicepresidenta primera que el gobierno "se ha quedado solo en la búsqueda de sinónimos para la crisis" y ambos han sido particularmente crueles con las últimas declaraciones de Solbes sobre el mero "efecto psicológico" que tení­an las medidas que él mismo ha patrocinado.

Si atendemos a los rostros de los contendientes, ambos encontronazos parlamentarios se han saldado con una victoria popular (aunque sea a los puntos), en especial el que han mantenido entre las "númeras dos" de ambos grupos, pues por alguna razón que por ahora se nos escapa (tenemos toda una legislatura para descubrirlo) la portavoz popular provoca una extraña irritación en De la Vega, que responde siempre muy enfadada y sin el dominio de la situación que tení­a antaño, de forma que acaba siempre por consumir su tiempo y ser interrumpida en el momento álgido de su discurso por un férreo José Bono, inflexible en el manejo del cronómetro.

No obstante, lo más interesante de lo que se ha visto en esta sesión de control ha sido, en primer lugar, comprobar como el verano ha llegado al hemiciclo y a los atuendos de ministras (andaban los compañeros gráficos alborotadí­simos con el minivestido de Bibiana Aí­do), diputadas (mención especial para Ana Pastor, contemplada con pasmo por varios colegas de otros medios) e incluso taquígrafas y periodistas.

Y lo segundo esencial de la tarde ha sido comprobar los salutíferos y euforizantes efectos que puede tener en un grupo parlamentario un congreso en Bulga... digo Valencia, pues el entusiasmo de la bancada popular ha sido hoy de alto voltaje y, tanto en la bronca como en el aplauso han estado especialmente aplicados. Tanto que el presidente del gobierno ha puesto en duda que la llegada de "ese nuevo tiempo de diálogo" que se supone que viene de Bulga... digo Valencia y, tanto él como varios de sus ministros, se han permitido dudar de la sinceridad del "viaje al centro" de los populares.

Debe ser que el PP todavía no se ha enterado de la naturaleza silente del centro... al menos tal y como lo entienden los medios y los polí­ticos de izquierdas.

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