LD (Agencias) En una reunión celebrada en el lujoso hotel Windsor, sobre el lago Toya en Japón, los presidentes de EEUU y de Rusia, George Bush y Vladimir Medvedev, no han podido superar sus diferencias sobre el escudo antimisiles que los estadounidenses pretenden establecer en países del este de Europa. El tema es uno de los grandes escollos en las relaciones entre Moscú y Washington.
En una intervención ante los periodistas que cubren la cumbre del G-8, Bush declaró que aún existen "algunas áreas de desacuerdo". Medvedev lo corroboró al indicar: "es cierto que en algunos asuntos mantenemos las diferencias anteriores. Estamos de acuerdo en cuestiones como Irán o Corea del norte, pero hay otros asuntos acerca de cuestiones europeas y el escudo antimisiles en los que tenemos diferencias".
Bush puntualizó que "también hay áreas en las que sabemos que podamos colaborar en favor del bien común" y alabó al nuevo presidente ruso, al que describió como "un hombre inteligente que entiende muy bien los asuntos".
Medvédev mostró, por su parte, su disposición a intensificar la colaboración con Washington en los seis meses que aún le quedan a Bush de mandato. Por ello, señaló que "queremos ahondar en la relación con la futura administración en EEUU, pero también tenemos aún seis meses con la actual e intentaremos intensificar nuestro diálogo con este Gobierno".
Hasta el momento, Medvedev ha optado por mantener los desacuerdos de su antecesor, Vladimir Putin, en la instalación del escudo antimisiles de EEUU en Polonia y la República Checa. Rusia ve ese escudo como una amenaza contra su territorio, pero Washington asegura que está dirigido contra posibles ataques por parte de países hostiles en Oriente Medio.