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Abducción, eco mediático y connotaciones en la policía "científica"

(Libertad Digital) Una vez más nos encontramos ante una sentencia que imparte justicia teniendo en cuenta el momento político. El fallo firmado por los magistrados Alberto Jorge Barreiro, María Pilar Olivan Lacasta y Carlos Martín Meizoso recoge sin ambages que la mera mención a ETA en el seno de las investigaciones por el 11-M tenía “connotaciones políticas y mediáticas”. La sentencia no contempla, por ejemplo, que las referencias a ETA se eliminaron cuando el 95 por ciento del sumario matriz del 11-M estaba bajo secreto sumarial.
 
  • De todos es sabido las connotaciones políticas y mediáticas que tenía la posible intervención de esa banda terrorista [por ETA] en los asesinatos del 11-M
 
Dice el texto que las observaciones del perito eran “irrelevantes” porque ni antes (ex ante) ni después (ex post) se había acreditado el hallazgo de ácido bórico para enmascarar o conservar explosivos. Pero lo más grave es que una sentencia pone en duda la saludable práctica policial de cruzar datos en pro de una buena investigación y cierra la posibilidad de que el hallazgo de una sustancia encontrada en casa de un etarra pueda arrojar luz sobre el 11-M aunque la banda terrorista vasca no tuviera papel alguno en la masacre.
 
Entra pues la sentencia en una valoración extrajudicial en la que se basó buena parte de la infamia inicial de la masacre: si el atentado es de ETA o de los islamistas beneficia a unos u otros en el terreno político y en un escenario de fin de campaña electoral. Descarga además el tribunal en el perito Escribano la responsabilidad de decidir si incluir o no unas observaciones en función del eco mediático y político que puedan ocasionar, impresión que no debe estar nunca en la mente de un funcionario policial cuya labor es ayudar a la investigación aportando todos aquellos datos que puedan servir a posteriores deducciones como, por otra parte, se ha venido haciendo hasta hoy.
 
La reacción de los mandos que no ahorraron estrategias a la hora de ocultar las observaciones del perito queda, a ojos del tribunal, en una irregularidad: una mala práctica administrativa. Pero las destituciones y las correcciones con tippex, dice la sentencia, no mutaron la verdad porque las observaciones de Escribano eran “una mera especulación”. Lo peor llega cuando trata de justificar los intentos de los mandos por ocultarlas. Las explicaciones del tribunal son como para figurar en los manuales.
 
  • En tal tesitura, sus superiores, en el ejercicio de las funciones competenciales de control que les corresponde con arreglo a al jerarquía administrativa que rige el laboratorio oficial, no validaron el informe y confeccionaron otro en el que se excluyen las observaciones que plasmó el perito Manuel Escribano. Sin embargo, muy probablemente abducidos por la enjundia y relevancia sociopolítica del caso, no cumplimentaron con arreglo a formas jurídicas concretas la sustitución del perito, la asignación del nuevo informe y la formalización del dictamen final, incurriendo en algunas irregularidades administrativas que la Sala no considera típicas con arreglo a la norma penal.
 
"Abducidos por la enjundia y relevancia sociopolítica del caso". Que varios mandos policiales nada menos que de la policía “científica” estén abducidos, sin duda, requiere una explicación y probablemente la elección de otro término más correcto para decir algo preocupante: que estaban obsesionados por que la palabra ETA no apareciera en medio de la investigación, como ellos mismos reconocieron.
 
Mal queda el comisario Santano aunque salga absuelto, pues la sentencia niega la posibilidad de que desconociera los “avatares” que sufrió el informe y sus autores.
 
  • Tal actitud es incompatible con la responsabilidad derivada de su cargo, cuando se trataba del asunto más importante de este país a nivel policial y judicial. Semejante frivolidad no podía permitírsela el titular de la Comisaría General de Policía Científica, una de las cinco comisarías generales de la Policía Nacional. Por lo que, cualquiera que fueran sus motivaciones últimas, no cabe duda de que estaba al tanto de toda la operación y, por tanto, que conocía y secundaba todas las decisiones.
 
En definitiva, seguimos sin saber quiénes fueron los autores que idearon la masacre, está en duda que los autores materiales fueran los muertos –sólo los muertos, no Bouchar, que por bajar la basura se libra– y no hay certeza sobre la naturaleza de los explosivos. Algunos, sin embargo, siguen “abducidos” por la relevancia de que ETA tuviera algún papel.

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