LD (Lorenzo Ramírez) El ministro realizó estas consideraciones en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander, donde participa en el curso “Liberalismo en tiempos de crisis”.
Según explicó, las medidas avanzadas en los últimos días por representantes del Ejecutivo para revitalizar la economía pasan por “adelantar” las inversiones en infraestructuras y fomentar el ahorro energético, así como por “utilizar el superávit para proteger los derechos fundamentales” de las personas que se queden en paro.
Por lo tanto, Sebastián considera al gasto público como el principal instrumento para capear el temporal. El problema es que lejos de registrar superávit, el déficit del Estado rondará a final de año el 0,2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB), lo que supone unos 2.000 millones de euros, según las previsiones de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES).
Esta fundación cree que el aumento del PIB estará más cerca del 1,3 por ciento que del 2,3 que prevé el Gobierno, si a esto le sumamos que los ingresos por IVA en los últimos doce meses, han caído, en términos de caja, casi un 15 por ciento y que la factura del petróleo está creciendo sin parar, las cifras del Gobierno no cuadran.
Y es que según los datos del propio Gobierno, en los primeros cuatro meses del año el superávit se ha reducido más de la mitad, hasta quedarse en el 0,8 por ciento del PIB.
Una crisis “particular”
El ministro puso especial énfasis en la necesidad de “no hablar de crisis en general”, sino de la evolución de la actividad en los “sectores particulares”. Así, defiende el uso de términos como “crisis inmobiliaria, de liquidez y del petróleo” porque “esto ayuda a acometer medidas concretas" en la reactivación de la economía.
Sebastián dejó patente su despreocupación por la situación actual de la economía española al confiar en que 2008 “será un buen año” para el turismo nacional. Auguró que se alcanzarán los 60 millones de visitantes gracias a los españoles que este año no viajarán al extranjero por la pérdida de poder adquisitivo. Algo que, según el ministro, es bueno para la economía.