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Arqueólogos mexicanos descubren nueve accesos al mundo de los muertos de los mayas

El Xibalbá o el mundo de los muertos, de acuerdo con la mitología maya, podría haber quedado al descubiertos después de que arqueólogos mexicanos hayan encontrado en Yucatán una red subterránea de nueve cuevas. Esos espacios de culto tiene  construcciones muy elaboradas en zonas de difícil acceso. Una de ellas es una calzada de casi cien metros que conduce a una columna de estalactitas y estalagmitas que se asemeja a una ceiba, el árbol de la vida para los mayas. En crónicas de 1562 se mencionan diecisiete cuevas y cenotes donde se efectuaban ritos mayas.

El Xibalbá o el mundo de los muertos, de acuerdo con la mitología maya, podría haber quedado al descubiertos después de que arqueólogos mexicanos hayan encontrado en Yucatán una red subterránea de nueve cuevas. Esos espacios de culto tiene  construcciones muy elaboradas en zonas de difícil acceso. Una de ellas es una calzada de casi cien metros que conduce a una columna de estalactitas y estalagmitas que se asemeja a una ceiba, el árbol de la vida para los mayas. En crónicas de 1562 se mencionan diecisiete cuevas y cenotes donde se efectuaban ritos mayas.
LD (EFE) Un equipo de arqueólogos mexicanos ha descubierto en Yucatán, varios templos en una red subterránea de cuevas y cenotes (ríos sagrados) que los antiguos mayas creían daba a Xibalbá o el inframundo. El descubrimiento fue confirmado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México
 
De acuerdo con el Popol-Vu –el libro de la mitología maya–, esos espacios subterráneos conducía al mundo de los muertos, un espacio acuoso con casas. Los arqueólogos creen que los espacios de culto hallados, construcciones muy elaboradas ubicadas en algunos casos en espacios de muy difícil acceso, como hoyos de hasta cuarenta metros, tenían como objeto reverenciar a Xibalbá.
 
Dentro de una de las cuevas se localizó una calzada de casi cien metros de largo, bien cimentada, similar a las del enclave maya de Chichén-Itzá, considerado uno de los centros de esta cultura en la antigüedad. La vía gira intencionadamente hacia donde se halla un cuerpo de agua, donde se encuentra una columna de estalactitas y estalagmitas que se asemeja a una ceiba, el árbol de la vida para los mayas. El camino termina en tres plataformas que llegan al agua.
 
El patrón es similar al de la Cueva de Balakanché, en Chichén-Itzá. Varias de las cuevas presentan una especie de portal natural tapiado con piedras labradas, con un pequeño acceso que no llega al metro de altura. En estos espacios se hallaron restos óseos humanos y ofrendas funerarias, entre ellos una vasija de hace 1.900 años. Hasta el momento, se han encontrado catorce de estos sitios con elementos rituales.
 
El hallazgo, ubicado dentro del proyecto "El culto al cenote en el centro de Yucatán", parece reproducir lo asentado sobre las creencias mayas en fuentes históricas como el Popol-Vuh, de acuerdo al INAH. Las investigaciones se ampliarán próximamente para explorar los vestigios del culto subterráneo.
 
En crónicas de 1562 sobre la persecución de la idolatría tras la conquista española, se mencionan diecisiete cuevas y cenotes donde se efectuaban ritos mayas , de los que nueve han sido localizados por los arqueólogos. Siete de ellos contenían restos óseos, dos en gran cantidad. La península de Yucatán alberga muchos vestigios de los mayas, como las ciudades de Uxmal y Chichén-Itzá. Los arqueólogos creen que la tupida selva que cubre el Estado oculta muchos más restos de esta cultura prehispánica.

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