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Agapito Maestre

Catástrofe nacional

Hay que ser muy bestia, estólido y aldeano para ir a recoger un premio nacional y decir: "No me siento español".

Hay que ser muy bestia, estólido y aldeano para ir a recoger un premio nacional y decir: "No me siento español" o alguna burrada similar. Eso no es una gracia. Eso no es una provocación. Eso no es una fórmula astuta para traer razón al mundo de la sinrazón. Esa declaración no es civilizada sino bárbara, porque no impide que los seres humanos se vuelvan obtusos y tengan encerrada su capacidad de entendimiento. No clarifica. Refleja el síntoma más perverso del drama nacional: la incultura. Una elite que no defiende su nación, un proyecto de vida en común, es una elite bárbara. En realidad, no es elite. Es basura. Salvo asco el pueblo llano, la gente que reconoce su primer nivel de ciudadanía en el carnet de identidad, en el DNI, no sentirá ni siquiera desprecio por esa gente. Parece que el salvajismo y la incultura dominan todo el panorama de la política española y, además, se extiende como un reguero de pólvora por las universidades, los medios de comunicación y el mundo editorial; en fin, allí donde debería primar la voluntad de vencer las contradicciones y los engaños, la ideología, está instalada una cultura llena de beatería, exclusión y sectarismo. El pensamiento, la acción y la valoración de los políticos y las elites intelectuales españolas están al margen de la cultura. Es hegemónica, definitivamente, la incultura.

Pero, por favor, nadie se engañe con las declaraciones del director de cine a la hora de recoger un premio nacional; no, por favor, no digan que se ha pasado. Falso. Esas declaraciones expresan la normalidad de nuestra incultura política. Del odio a un proyecto de vida en común. No son una anormalidad, una excepción, sino lo vulgar y corriente en la llamada dizque cultura de la izquierda española. También en extensos círculos de la derecha española odian tanto a Unamuno y la Generación del 98 como a la Institución Libre de Enseñanza y, por supuesto, desprecian con virulencia el legado cultural de Menéndez Pelayo. Por lo tanto, nadie se rasgue las vestiduras ante las declaraciones del cineasta… Para esa cultura bestial sigue siendo normal decir que "me hubiera gustado que ganara Francia la Guerra de la Independencia"; sí, sí, eso lo dice el cineasta que recibe 30.000 euros y también lo dice Arturo Pérez Reverte que es académico de la Real Academia de la Lengua Española. El desprecio a España era y es un hecho cotidiano; la izquierda odia a España, porque no quiere reconocer sus contradicciones, y la derecha se envuelve en una bandera sin saber lo que ello significa. Bestias.

En fin, amigos, es tan normal y cotidiano odiar a España como ser excluido de un medio de comunicación por denunciar esas barbaridades, esos odios. También yo, para qué poner otro ejemplo, fui excluido varias veces por hacer esa denuncia, o sea por intentar demostrar lo obvio. Esa es la tragedia. La catástrofe política. En realidad, toda esta gente manifiesta una incultura política sobre la nación española que es moneda común en la España del Toro de la Vega y la chabacanería de nuestros escritores y directores de cine… El gran problema de España no es el nacionalismo independentista catalán, sino la respuesta acobardada, miserable y falsamente política que le han dado los gobiernos españoles desde 1978. Ahí reside la tragedia de un Gobierno, en realidad de todo un país, que tiene que recurrir a mendigar a gobiernos extranjeros un poco de legitimidad para defender la unidad nacional. En esta trágica circunstancia, respeto a quienes han asistido al Acto de Libres e Iguales, en el Ateneo de Madrid, incluso algunos de los asistentes son modelos de ciudadanía, pero yo no podía ir, entre otras razones, porque no tendría respuestas sensatas, sencillas, cuando mis hijos me preguntaran: ¿cómo has asistido al Acto del Ateneo con gente que se la sudaba España hasta hace un rato?, ¿cómo has acompañado al Ateneo a gente que te ha expulsado de sus programas por decir "Yo digo España"?, ¿cómo has acompañado al Ateneo a gente que, viviendo solo de los partidos, busca legitimar su posición partidista en la sociedad civil?

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