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Agapito Maestre

Conjeturas y verdades

Los engaños, mentiras y medias verdades de este Gobierno están haciendo sospechar a la sociedad española sobre su legitimidad democrática

Aquí no hay cábalas sobre el 11-M, señor Zapatero, sino zonas en sombras que necesitan explicación del Gobierno. Empezamos a pensar que casi todo sobre el 11-M está por aclarar; pero, sobre todo, han empezado a aparecer datos que los ciudadanos no logran situar en un esquema normal de explicación. Queremos saber qué hay detrás de que un terrorista del 11-M, Mohamed Almallah Dabas, ingresara en el PSOE después del 11-M. Queremos saber qué sabía Fernando Huarte, dirigente del PSOE de Gijón y antiguo militante de Falange, que visitó tres veces, en la cárcel antes y después de los atentados, a Abdelkrim Benesmail, lugar teniente del cabecilla del 11-M Allekema Lamari. Si a eso unimos, sólo con ánimo de exponer datos, que Fernando Huarte, seguramente, era colaborador del CNI, podríamos explicar porqué los dirigentes del PSOE se pavoneaban, entre el 11 y el 13 de marzo de 2004, de tener información privilegiada sobre la autoría islamista de los atentados. Quizá los servicios secretos españoles informaban mejor al PSOE, a través de Huarte, que al Gobierno. ¡Quién sabe! En fin, datos y más datos surgen cada día en torno al 11-M que exigen explicaciones del Gobierno, pero éste no dice nada, guarda silencio o, sencillamente, cae en contradicciones y falsificaciones.
 
Los engaños, mentiras y medias verdades de este Gobierno están haciendo sospechar a la sociedad española sobre su legitimidad democrática. Malo es para este Gobierno que su legitimidad de origen esté cuestionada por un proceso electoral pervertido por el atentado terrorista del 11-M, por su utilización grosera para cambiar la voluntad de los electores, que incluso llevó al PSOE a “imputar”, casi criminalmente, al anterior Gobierno del PP la culpa de los atentados por apoyar la Guerra de Irak. Pero peor aún que esa actitud, ese modo extraño de utilizar el atentado del 11-M, es la actitud ambigua, por decirlo suavemente, adoptada por el PSOE a la hora investigar qué pasó el 11-M. Sus prisas por cerrar la investigación, sus negativas a aceptar las comparecencias pedidas por el PP, son, sin duda alguna, datos incontestables, del que pudieran extraerse graves consecuencias no sólo para el PSOE sino para todo el sistema democrático.
 
En efecto, la negativa del PSOE a que la Comisión parlamentaria del 11-M investigue sobre todos los nuevos datos aparecidos terminará perjudicando al PSOE. De hecho en amplios sectores de la sociedad española nadie cree al Gobierno. El proceso de deslegitimación, cuando no de desprecio, del Gobierno del PSOE es otro dato evidente. La erosión del Gobierno ha empezado a hacer acto de presencia con todo tipo de conjeturas, hipótesis e, incluso, elaboración de “teorías” muy arriesgadas y peligrosas de conspiración del PSOE con los servicios secretos de España, Marruecos y Francia, que podría poner no sólo en cuestión al Gobierno, sino, insisto, a todo el débil sistema democrático español. Acaso por eso, hoy más que ayer, es necesario que la Comisión de Investigación no se cierre. Este Gobierno tiene el deber de explicarnos a los ciudadanos qué pasó el 11-M y, sobre todo, tiene que contestar a las sencillas preguntas que el PP ha elaborado sobre la relación de Huarte, el dirigente socialista y espía del CNI, con los islamistas y con su propio partido sobre las crisis del 11-M.
 
Si el Gobierno persiste en cerrar la Comisión del 11-M sin enfrentarse a las preguntas del PP sobre Huarte, que nada tienen que ver con las sospechas, conjeturas e imputaciones que ya circulan por la sociedad española sobre la relación entre el PSOE y los islamistas, estaríamos ante la mayor crisis política que la democracia hubiera tenido nunca en España. A la carencia de legitimidad de ejercicio democrático de este Gobierno, habría que añadirle la carencia de legitimidad de origen. Pues, ahora, de lo que se trata no es ya de analizar cómo el PSOE ha rechazado, en un ejercicio único y bárbaro de desprecio del adversario político, todas y cada una de las iniciativas y peticiones de comparecencia del PP en la Comisión del 11-M, sino de investigar cómo llegó el PSOE al poder con toda la información privilegiada de la que, sin duda alguna, dispuso entre el 11-M y el 14-M.

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