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Agapito Maestre

Coraje contra miedo

Denunciar el miedo, antítesis de la democracia, producido por la maquinaria socialista, engrasada por los aportes nacionalistas, es la clave de las próximas elecciones.

Pocas certidumbres y muchas desconfianzas son los principales defectos de la política de Rodríguez Zapatero, dicen las críticas tibias de un Gobierno que, en realidad, sólo produce miedo a su alrededor. Demasiado suave me parece esa crítica a quien tiene por lema y acción producir miedo para que le crean. Todo es ambigüedad y medias palabras respecto a lo fundamental. Todo es relativismo absoluto para que nadie esté tranquilo. Todo puede suceder con el Gobierno de Zapatero. Su fin relativista justifica cualquier medio. Estamos en los límites del terror. Porque El Gobierno crea algo peor, muchísimo más grave que la desconfianza y la incertidumbre, hay que oponerle no sólo confianza y determinación sino coraje moral y político. Sin valentía y resolución nadie acabará con el miedo que invade a la nación española.

Está bien, pues, la campaña electoral del PP para las municipales y autonómicas, porque propone positivamente políticas claras y distintas, basadas en la defensa de la continuidad de la nación española y en el respeto a los grandes consensos políticos del que surgió esta democracia. Pero, desengañémonos, eso no es suficiente para contrarrestar, combatir y ganar por amplías mayorías las elecciones. Se necesita arriesgar un discurso que muestre o levante acta ante los ciudadanos de cuál es la principal acción del Gobierno: producir miedo en la ciudadanía para asegurarse su voto. Política tan antidemocrática es, obviamente, apoyada por todas las corporaciones y autonomías socialistas, entre otras razones porque todos tienen miedo a disentir de las decisiones patológicas de Zapatero. Un hombre mirado ya con recelo y miedo por todas las democracias occidentales. Zapatero provoca miedo en todos los ámbitos y sobre los más diferentes partidarios y enemigos.

Sus bases y militantes tienen miedo a oponerse a la locura de Zapatero, que le ha llevado, en el ámbito de la política interior, a entenderse con ETA, según los críticos más inteligentes, hasta que logre romper España en tres trozos, por encima de consideraciones morales y democráticas; por no decir nada del enfrentamiento ideológico y cruel que el Gobierno atiza cada día con la gran potencia mundial y amiga tradicional de España, EEUU, en política exterior. Sus votantes y simpatizantes tienen miedo a que los incluyan entre los falangistas. Tienen pánico y no se atreven a articular la más leve crítica a los órganos de dirección del partido. Todos los cercanos al PSOE tienen miedo a ser estigmatizados por sus dirigentes. También sus adversarios y enemigos, en fin, los ciudadanos tienen miedo del presidente del Gobierno y de todos sus ministros, porque hasta ahora esta máquina de producir miedo ha funcionado sin muchas averías. Zapatero está consiguiendo sus objetivos sin importarle el precio.

Pocos se libran en España de este ataque del Gobierno. Los cristianos son vilipendiados por todas partes. Los liberales son despreciados por franquistas. Los socialistas que no pactan con ETA son apartados y apaleados. Las víctimas del terrorismo son sometidas a un segundo asesinato a través de su escarnecimiento y ocultación, que muchos llaman muerte civil. Y, en fin, a la oposición hay que encerrarla, según los ideólogos socialistas, en un cinturón sanitario o campo de concentración. En esta circunstancia cruel, de miedo generalizado, casi de crimen de guante blanco, aparece el PP presentando una campaña electoral inmaculada. Limpia. Habla de "firmeza, determinación, convicción, tranquilidad y serenidad" y tenemos que verla con respeto, pero también con desconfianza, porque ninguna de esas palabras se llenará de sentido sin el coraje civil de pensar y decidir a contracorriente de un Gobierno que ha hecho del relativismo más radical su bandera.

Bienvenido sea todo mensaje que crea confianza, base de toda política democrática, tenga una dirección unitaria, signo de coherencia para alguien que cree en una nación de ciudadanos libres e iguales ante la ley, y apoyado con la participación activa de un líder democrático, Rajoy, recorriendo el mayor número posible de pueblos y regiones de España. Bienvenida sea la campaña del PP, basada en un discurso político claro y transparente, pero no será moral ni eficaz si no está apoyado en la determinación, coraje y valentía ciudadana de todos y cada uno de los candidatos del PP a la hora de denunciar que el PSOE ha instalado en España un régimen político basado en el miedo. A veces cercano al terror ideológico.

Denunciar el miedo, antítesis de la democracia, producido por la maquinaria socialista, engrasada por los aportes nacionalistas, es la clave de las próximas elecciones.

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