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Agapito Maestre

¿Cristianismo o islam?

La diferencia entre el cristianismo y el islam es obvia, aunque no sea entendida por la gente más acobardada por el último ataque integrista contra Occidente. He ahí la obviedad: el cristianismo promociona la libertad y el islamismo la castra.

Mientras sigo observando con estupor las reacciones terroríficas de los islamistas por las caricaturas de Mahoma, reparo en que algunos medios de comunicación celebran el 20 aniversario de la muerte de Jean Genet, un escritor francés que hizo de la mofa al cristianismo la principal razón de su existencia. ¡Curioso! Se imaginan a un escritor de la cultura islámica blasfemando contra el islamismo. Imposible. ¡He ahí la diferencia entre una grandiosa civilización, que conocemos con el nombre de grecorromana y cristiana, y una forma de vertebrar o uniformizar pueblos, que conocemos por mundo islámico! La diferencia entre el cristianismo y el islam es obvia, aunque no sea entendida por la gente más acobardada por el último ataque integrista contra Occidente. He ahí la obviedad: el cristianismo promociona la libertad y el islamismo la castra.

Eso es todo. Por lo tanto, o se acepta el cristianismo como base de nuestra civilización, independientemente de la fe que uno tenga en el propio Dios cristiano, o estaremos dando tumbos hasta entregarnos a la superstición del integrismo islámico. María Zambrano, autora muy citada entre los círculos del Gobierno, podría enseñarle a Zapatero a comportarse con decencia ante la civilización cristiana. Nuestra entereza consiste, viene a decir María Zambrano, en que el Dios cristiano nos ha dejado una capacidad, más bien una forzosidad de ir forjándonos nuestra propia vida, nuestra vida intransferible. Y no la podremos hacer si no tenemos libertad, un grano de libertad para elegir lo mejor y hasta para equivocarnos.

Aunque le cueste entender la cosa a seres como Zapatero, Borrell, Chirac e incluso algún clérigo cristiano, gracias a la promoción de la libertad cristiana, según la grandiosa María Zambrano, hay autores que pueden declararse "ateos cristianos", caso del gran filósofo Gustavo Bueno, o existen autores como el citado Genet, que hacen del combate a muerte contra Dios el centro de su vida. Grandiosa civilización es la cristiana, la occidental, que promociona incluso a quien la fustiga.

Por cierto, ¿qué nos queda del escritor francés a los 20 años de su muerte? Algo, pero no tanto como suponen diversas publicaciones europeas y españolas. La obra de Genet aparece en la actualidad con tantas sombras como luces. Su provocadora vida es tan literaria como su escritura. Celebrado por los especialistas y algunos filósofos franceses nunca fue un escritor de grandes públicos. Literatura maldita. Literatura del mal. ¿Literatura para asustar a los pobres burgueses? Quizá. ¡Pero, ay, escribir de todo eso requiere otra columna!

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