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Agapito Maestre

Cultura, religión y política

El cristianismo ha conseguido crear unas relaciones complejas entre lo político y lo religioso y, sobre todo, ha conseguido dar viabilidad a la modernidad

Porque el orden de la cultura es distinto del ámbito de la fe, podemos hablar sobre la relación entre religión y política sin que nos confundan con un anticlerical o un integrista. Integrismo cristiano y anticlericalismo ateo han sido, y en cierto sentido aún son, los dos principales cancerberos que tienen que rebasar una y otra vez los hombres más avanzados de España, los demócratas, para ejercer su ciudadanía. Hoy, por fortuna, los integristas apenas son nada en la sociedad española, sin embargo, la figura del anticlerical es tan relevante que constituye la expresión máxima del analfabetismo español. Una desgracia.
 
Tan extendida está la figura del anticlerical que, a veces, resulta patético tener que explicar lo obvio, a saber, que el cristianismo es, sobre todo, un laicismo, que diferencia de modo radical los planos de lo natural y lo sobrenatural, la ciudad de los hombres y la ciudad de Dios. Una diferencia cultural decisiva para romper, primero, con las viejas teocracias paganas, donde estaban confundidos los "Estados" con las "Iglesias" y, segundo, para romper con las actuales teocracias islámicas.
 
El cristianismo ha conseguido crear unas relaciones complejas entre lo político y lo religioso y, sobre todo, ha conseguido dar viabilidad a la modernidad. La libertad creada por el cristianismo es casi una "necesidad". En la medida, que el reino del cristiano es de otro mundo ("mi reino es de otro mundo") obliga a sus fieles a que opten y elijan constantemente en el mundo terreno. Así pues, no lo duden, la modernidad es una dimensión del cristianismo. Hegel fue preciso sobre el particular. Zaid, hoy, lo ha visto con claridad: "La cultura moderna es un momento del cristianismo: ni el primero, ni el último. Un momento en el cual renace la pasión por lo nuevo, la conciencia de ruptura, la esperanza escatológica de los primeros cristianos". También Ortega analizó magistralmente la necesidad que tenía el socialismo de emparejarse con el cristianismo, especialmente cuando el primero se toma en serio el sentido de la vida... Por eso dice Ortega ¿quién si no el cristianismo ha hecho este descubrimiento de la vida como consistiendo en responsabilidad? ...
 
Y, sin embargo, el socialismo gobernante lejos de respetar una cultura, de imitar un poco el laicismo, la modernidad y la responsabilidad del cristianismo, está obsesionado no tanto por negar sus valores, eso sería incluso un nihilismo comprensible, sino por pasar de ellos. O, en su defecto, igualar lo que es inigualable, por ejemplo, la religión islámica con el cristianismo.

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