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Agapito Maestre

Democracia epistémica

El silencio de esta mujer me transmite que Rajoy, a partir de 2008, concibió dos grandes equipos con tareas intelectuales y políticas diferentes, pero con la vista puesta en la gobernabilidad de una nación.

Tiene fama de dura, correosa y contundente. Es fama ganada a ley. Es muy trabajadora y la fidelidad a sus superiores está por encima de sus amistades. Pero no es fría, como dicen sus adversarios, sino pasional: se dirige por encima de todo al corazón de las personas. Cree que la inteligencia no es nada sin sensibilidad. Aunque es agnóstica, lloró al escuchar la primera misa de Benedicto XVI. Se ha hecho a sí misma con poca o ninguna ayuda de nadie. Admira las sonrisas y desprecia la profanación de las palabras que lleva a la confusión. Cree que a veces no despegar los labios es una virtud. Su silencio me habla con facilidad. Orienta mis caminos para pensar la política.

El silencio de esta mujer me transmite que Rajoy, a partir de 2008, concibió dos grandes equipos con tareas intelectuales y políticas diferentes, pero con la vista puesta en la gobernabilidad de una nación. Ella es uno de los eslabones más importante entre esos dos grupos humanos. El primero tenía como objetivo asegurar el liderazgo de Rajoy y llevarlo al poder, y el segundo crear una línea de continuidad entre el PP y la sociedad civil. Hoy nadie duda del éxito del primer grupo, pues, aunque el número de votos del PP no ha subido en la proporción que ha bajado la cifra de votantes del PSOE, el liderazgo de Rajoy ha salido fortalecido y ya está en el poder; pero, por el contrario, hay mucha gente que está sembrando dudas sobre el triunfo del segundo grupo de trabajo, porque el PP aún no ha dado pistas sobre sus primeras medidas económicas y, sobre todo, porque aún no está confeccionada su lista de Gobierno.

Ya puse en evidencia aquí, en mi última entrega, la mala fe de quienes critican a Rajoy por no adelantar sus medidas en el ámbito de la política económica, pero ahora me atrevo a descalificar política e intelectualmente a quienes mantienen que Rajoy aún no tiene formado un Gobierno a la altura de sus circunstancias. Por el contrario, porque Rajoy es un político prevenido, más aún es la principal virtud de su liderazgo a diferencia de Rodríguez Zapatero, conformó un equipo que ha estado dedicado, en los últimos años, sólo a la búsqueda y selección de las personas más capaces para conformar el Gobierno de la nación. He ahí la primera prueba de que el PP defiende realmente y no sólo de boquilla una genuina democracia epistémica: se trata de una búsqueda del conocimiento y la excelencia en cualquier sitio, incluso fuera de los partidos, empezando por el suyo propio, el PP. Su apertura a la sociedad será también la llave para ganar en Andalucía.

Competencia e integridad moral serán los criterios de selección del nuevo Gobierno. Mientras que Zapatero era un incompetente y se rodeó de otros incompetentes como él, Rajoy es un hombre con capacidades y competencias suficientes para saber que o se rodea de los mejores o correrá el mismo camino que el anterior presidente del Gobierno. Por eso, precisamente, creo que Rajoy no aceptará nada que venga de los gobiernos de Zapatero, en otras palabras, no entrará en ningún juego ideológico que signifique un símbolo de continuidad, por ejemplo, en el ámbito de la cultura y la comunicación, entre su Gobierno y el de los socialistas. Habrá un parte-aguas absoluto entre el zapaterismo, incluida su forma de seleccionar a los políticos en el interior del partido y el nuevo Gobierno, porque así lo quiere la sociedad.

No creo que a Rajoy, tampoco a su equipo de asesores, le tiemble el pulso a la hora de elegir a los mejores frente a cualquier jueguecito de poder; Rajoy no cederá, como algunos suponen, frente a los diferentes grupos de presión y comunicación; cuando traten de imponerle el nombre de algún viejo socialista, hará valer la democracia epistémica que funciona en el PP. La sociedad le ha pedido a Rajoy un cambio real, eso significa que se aleje de los mecanismos de reproducción del poder de Zapatero, y él tendrá que satisfacer esa demanda. Así, la línea de ruptura con el zapaterismo a la hora de elegir, o mejor, de compartir el poder con los que no son del PP, tiene que ser radical. Esto es algo más que un criterio de selección para formar el Gobierno de España: será la segunda gran decisión política de Rajoy, después de la determinación de negarse a hablar con Amaiur. Así lo espero.

En fin, me alegro de que el primer grupo de trabajo haya llevado a Rajoy a La Moncloa; y confío que el segundo le hará triunfar en la selección del Gobierno y de otros tanto cientos de cargos, porque el eslabón que une ambos grupos, una cadena de trabajo político, es una mujer enérgica capaz de emocionarse. La inteligencia surgida de la tenacidad es casi siempre superior a la gracia que nos otorga la naturaleza. 

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