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Agapito Maestre

Deslegitimación del deslegitimador

No sólo sentí vergüenza ajena ante las apocalípticas soflamas de los líderes sindicales, sino que también me quedé pasmado ante las declaraciones de dos líderes socialistas que se quitan la careta y pisotean los principios fundamentales de la democracia.

De las declaraciones de los líderes sindicales mejor es guardar silencio. Producen sonrojo. La verborrea apocalíptica de esta gente es ridícula. Mira que tienen motivos y razones para protestar y vertebrar un discurso sensato sobre las medidas del Gobierno. Han conseguido convertir el Primero de Mayo en algo penoso. Triste y alejado de la alegría democrática. Los sindicatos "de clase" españoles parecen haber perdido la cabeza; sí, en vez de dedicarse a hacer reivindicaciones sensatas y plausibles para un país en ruina laboral, que es incapaz de absorber a casi millón y medio de personas que jamás ha tenido un puesto de trabajo, se dedican a la agitación grosera y la movilización sin dirección alguna.

Los sindicatos CCOO y UGT sólo actúan como correas de transmisión del PSOE, o sea, sólo pretenden deslegitimar a un gobierno tan legítimo que hace unos meses alcanzó la mayoría absoluta. Parece que no tienen otro objetivo mejor que deslegitimar la democracia. Se presentan antes como defensores de la "democracia orgánica" o, como les gusta llamar a los defensores de la socialdemocracia negra, "neocorporativista", que como agentes de socialización política de carácter democrático. Por esta vía, desgraciadamente, los sindicatos españoles no sólo deambulan por el cenagoso terreno del populismo, sino que olvidan sus viejas señas de identidad en la lucha contra el franquismo. En verdad, su pretensión deslegitimadora de la democracia, como una regla fundamental de derecho político, está deslegitimando la propia viabilidad de este sindicalismo.

Pero ayer no sólo sentí vergüenza ajena ante las apocalípticas soflamas de unos líderes sindicales que terminarán por no representarse ni a sí mismos, sino que también me quedé pasmado ante las declaraciones de dos líderes socialistas que se quitan la careta y pisotean los principios fundamentales de la democracia. La segunda dirigente política más importante del PSOE, desde el punto de vista orgánico, se ha atrevido a mantener que la mayoría política, la regla básica de toda genuina democracia, no es nada al lado de los manifestantes de los sindicatos: "No confunda el PP", ha dicho la señora Valenciano, "la mayoría política con la mayoría social". ¿Qué será para esta persona la mayoría social? Seguramente, lo que dicen sus sindicatos y la cúpula de su partido. Vergonzoso.

El ataque a la democracia de la señora Valenciano compite en estulticia y autoritarismo con el lanzado por el primer dirigente del PSOE de la Comunidad de Madrid, quien ha dicho, como diría el castizo, sin cortarse un pelo: "La mayoría del PP no significa nada porque es coyuntural". Sí, sí, eso ha dicho el señor Tomás Gómez: ha lanzado un ataque a la democracia en nombre de su propia mayoría. Resulta difícil, en mi opinión, hallar en toda Europa críticas más antidemocráticas, por no decir directamente totalitarias, a la democracia que la de estos dos dirigentes socialistas. 

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