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Agapito Maestre

Deslegitimación democrática

Los dos caen en el mismo defecto: carecen del mínimo sentido de la responsabilidad al no hacer una mínima autocrítica sobre sus respectivas responsabilidades en el estado de deterioro institucional y económico que viven los españoles.

Quienes saben de las cosas de la Corona, especialmente los cercanos a los socialistas, dicen que el discurso del Rey ha perdido su razón de ser. ¿Quién es el principal responsable de ese fracaso? Según esos mismos especialistas en la cosa monárquica, mantienen que el propio Rey ha adquirido mucha responsabilidad en el deterioro de la institución; entre otros motivos, alegan que ha sido incapaz, en los últimos años, de reinar con sentido de nación. Se ha dejado querer hasta por los nacionalistas de Cataluña o es que acaso se puede olvidar el consejo que le dio a Carod Rovira: "Hablando se entiende la gente". Seguramente, esa expresión será recordada, por los futuros historiadores de esta etapa de España, al lado de la opinión de Zapatero sobre el concepto discutido y discutible de la nación española. Son dos expresiones que retratan perfectamente el carácter de los dos personajes.

Parecen dos hombres llamados a entenderse sin remilgos; de hecho, el Rey hizo más de un elogio de Zapatero en el pasado reciente. Cosa curiosa si observamos el silencio que el Borbón guardó sobre otros antiguos presidentes del Consejo de Gobierno. Así las cosas, no es de extrañar que los del PSOE se apropien el discurso del Rey y lo vean como uno de los suyos, o sea, un firme defensor de las reformas que está impulsando Zapatero; no me parece nada anormal, como algunos han puesto el grito en el cielo, que el PSOE haya hecho suyo el discurso de la Corona, entre Zapatero y Juan Carlos I siempre ha habido una gran sintonía.

Tan buena sintonía hay que incluso pueden mantener la misma opinión casi en los mismos tiempos. El Rey, por ejemplo, repitió dos veces que la crisis económica española no era responsabilidad del Gobierno sino que era una crisis internacional. Es lo mismo que nos dice Zapatero día tras día sin el menor sentido de su responsabilidad. Por otro lado, el Rey dejó claro en la velada de Navidad que permanecerá en su cargo de Jefe del Estado pase lo que pase, es decir, que lejos de ejercer su cargo con sentido autocrítico, se parapeta en el yo nunca abdicaré. En condiciones normales, naturalmente, no sería yo quien pusiese en cuestión al Rey, pero, hombre, con lo que está cayendo, no sobraría un poquito de sentido crítico. Si la mayoría de los ciudadanos españoles no hallan la razón de ser del discurso de Navidad, sería menester que el Rey, al menos por un momento, se hubiera planteado no tanto su pérdida de legalidad, que jamás la ha perdido, sino su propia crisis de legitimidad.

El "yo permaneceré al frente de la nave del Estado", como si no existieran circunstancias y razones sobradas para plantearse su idoneidad, coincide con la revelación, casi ridícula y obvia, que Zapatero le hace a su periodista de cámara: no dimitiré y seguiré hasta el final de la legislatura pase lo que pase. Independientemente de las consideraciones morales, o mejor, inmorales, que pudiéramos hacer sobres esas declaraciones, creo que los dos caen en el mismo defecto: carecen del mínimo sentido de la responsabilidad al no hacer una mínima autocrítica sobre sus respectivas responsabilidades en el estado de deterioro institucional y económico que viven los españoles. He ahí el síntoma más reaccionario de la llamada España de las Autonomías.

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