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Agapito Maestre

Dislocación política

Dos procesos electorales no han sido suficientes para conformar un Gobierno. Quizá tengamos que ir a un tercero.

Dos procesos electorales no han sido suficientes para conformar un Gobierno. Quizá tengamos que ir a un tercero y quién sabe lo que pasaría después de ir a votar en noviembre o diciembre. Nadie descarte nada en un país dislocado por unos políticos que funcionan al margen de la realidad. O peor, sólo tienen un objetivo, vetar al otro. Vivimos en una democracia de vetos. La vetocracia, perdón por la palabra, se impone por todos lados. Todos los partidos vetan, con razón o sin ella, al primer designado para formar Gobierno; y, por supuesto, también Rajoy veta otras posibles fórmulas que no sean la suya para conformar un Gabinete sólido de Gobierno. Hay analistas sensatos que proponen salidas para superar esta circunstancia, a todas luces paralizadora de la vida política, pero tienden a caer en el mismo problema que denuncian: cualquiera sea la solución para formar Gobierno, algún partido perderá algo. Me parece que este tipo de planteamientos olvida lo fundamental: ahora no se trata de que gane o pierda un partido determinado, sino de que gane toda la sociedad. Sin Gobierno o con un Gobierno en funciones perdemos todos. Un Estado débil y una nación casi inexistente sin un Gobierno coherente nos conduce directamente al precipicio. La descomposición de España está a la vista de todos, pero los políticos quieren irse pronto de vacaciones.

Hemos estado seis meses sin Gobierno y parece que los políticos españoles no tienen historia. Ellos están siempre empezando desde cero como los monos. Cuatro son las opciones que se abrieron el 26 J. Son obvias: una gran coalición donde haya un Ejecutivo de PP y PSOE; un Gobierno de Mariano Rajoy con Ciudadanos; un Ejecutivo en minoría con pactos de legislatura y una investidura en solitario con pactos puntuales. Y, sin embargo, los políticos siguen jugando a la indeterminación, la incertidumbre y el desasosiego de sus votantes. Los males que queríamos solucionar  el día 26 J siguen ensañándose sobre los españoles. El futuro es más que obscuro. No existe. Así es la política, a veces cruel y otras meliflua, pero siempre inesperada. Aspiremos a la política menos mala. No hay otra mejor.

La política menos mala es dictada por el hombre medio español. Éste considera que la coyuntura política es inmejorable para intentar una gran coalición de gobierno entre PP, PSOE y C’s. Esa es también la primera propuesta del PP. La cuestión entonces es por qué no se lleva a cabo lo que está en la calle y en la intención de Rajoy. Quizá el actual presidente del PP no lo esté planteando bien. Es posible que Rajoy se equivoque en el procedimiento, pero quien, desde luego, está fuera de la realidad es Pedro Sánchez. Negarse a participar en un Gobierno de gran coalición es renunciar a regenerar el tejido podrido del PSOE. La sociedad española en general, y los votantes del PSOE en particular, quieren ver de nuevo a este partido no construyendo castillos en el aire, por ejemplo, el Estado federal y cosas sin contenido y sin sentido, sino confrontándose con la realidad. La gente quiere que el PSOE resuelva problemas concretos. Sus votantes están hartos de ideología e impostura. La gente normal que los vota quiere realidades y no declaraciones idealistas.

La mayor responsabilidad en estos momentos es de Pedro Sánchez: o entra en el Gobierno o no hay regeneración socialista; o se abstiene de modo claro y distinto para que gobierne Rajoy o sólo habrá impostura, engaño e ideología. El PSOE es un partido nacional, pero si no aprovecha ahora la oportunidad que le brinda la coyuntura, puede durarle la agonía mucho tiempo. Es, pues, la hora de partir de un nuevo sistema de ideas transparentes y complejas.

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