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Agapito Maestre

El nacionalista Maragall

Permítanme un pregunta ingenua: ¿por qué es necesario hablar en esta campaña electoral del nacionalismo “socialista” catalán? Porque Rodríguez Zapatero es Secretario General del PSOE gracias al ardid nacionalista del partido de  Maragall, el PSC, que tiene, según Triginer, primer secretario de la extinta Federación Catalana del PSOE, autonomía completa respecto de cualquier otra fuerza política española. Más aún, por si alguien lo dudaba, los fundamentos jurídicos de la fundación del PSC, sigue diciendo Triginer, son inequívocos sobre la absoluta autonomía del PSC respecto del PSOE. Así las cosas, es conveniente discutir sobre los fines perversos del PSC, que forma parte del PSOE a la hora de elegir al líder del socialismo español, pero que, cuando tiene que gobernar con los independentistas de Esquerra, no quiere saber nada de un partido socialista con votantes y militantes que aún creen en la nación española.    
 
El partido de Maragall, el PSC, no es sólo un partido autónomo del PSOE, sino que ha sido el caballo de Troya para destruir, primero, al PSOE y, después, la idea de España como nación. Resulta, pues, imposible comprender el  proceso de desnacionalización de España sin atender a la breve pero funesta historia de este partido durante la democracia española. Hay, sin embargo, actitudes cobardes que quieren eludir esta cuestión inventándose falsos enfrentamientos entre un nacionalismo civil, el catalán, y un nacionalismo étnico, el vasco. ¡Falso!  Es una contradicción en los términos hablar de nacionalismo civil. El nacionalismo es siempre una forma de tribalismo al margen de cualquier  concepto de identidad ciudadana. El nacionalista lleva un primitivo, quizá un salvaje perturbado, en su interior. Sólo hace falta ver la cara que se le pone en los foros públicos a Maragall, la comparecencia de éste en la primera sesión de control parlamentario es todo un ejemplo, para hacerse cargo de la carga destructiva que contiene su ideología.
 
El cinismo político del PSC ha sido descubierto por un político populista y totalitario. La negociación política de un miembro del Gobierno de Cataluña, Carod-Rovira, con la banda terrorista ETA no sólo ha recordado la obsesión de todos los nacionalistas por considerar a los criminales como “luchadores políticos”, sino que ha desenmascarado, por si alguien aún no se había percatado del problema, el verdadero rostro de un partido que nació para competir por el espacio electoral del nacionalismo por un lado, y para robarle votos a quienes creían en España como nación, fueran de derechas o de izquierdas, por otro. El PSC fue creado para servir a un puñado de oportunistas y siguen siendo un partido de políticos cobardes, incapaces de defender con claridad su idea de España. Este caballo de Troya sigue siendo un conglomerado de intereses nacionalistas para manejar el PSOE a su antojo y, de paso, destruir la clave fundamental de la política democrática, la idea de nación.
 
Ha bastado poco tiempo en el poder para que Maragall exhiba sin pudor su talante autoritario. Comienza a ser preocupante su lenguaje amenazador y violento contra el Gobierno de España, contra la oposición en el Parlamento Catalán y, por supuesto, contra sus “primos” del PSOE, así como contra todos aquellos que pretendan criticar algunas de sus acciones, pero nadie piense que esto es un novum en el nacionalismo delirante de Maragall. Su seny siempre fue extraño. Lean sus discursos y extraerán cientos de frases desestabilizadoras de las instituciones democráticas. He aquí un ejemplo: “Cuatro años más de deriva” –se refiere al Gobierno del PP en Madrid– “y España perdería el norte. Y nunca tan bien dicho”. Falta ironía. O sea inteligencia.

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