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Agapito Maestre

El nuevo partido y el fin de la sociedad civil

No es de recibo democrático servirse de una iniciativa civil para convertirla en una plataforma política; mientras haya un solo afiliado a esta asociación que se niegue a esa transformación

Una vez celebrado la aparición del nuevo partido político de Díez y Savater, llega el tiempo de la crítica política con la siguiente pregunta: ¿A quién perjudicará electoralmente la nueva agencia política?  Si tenemos como punto de referencia lo sucedido en Cataluña con Ciudadanos, es obvio que  el primer perjudicado será el PP. Por eso, el partido de Rajoy tendrá que tomar la iniciativa ya o el partido de Rosa Díez le quitará votos en las elecciones generales. El PP debería haber aprendido de la experiencia de Ciudadanos de Cataluña. Escrito lo dejé aquí mucho antes de las catalanas, incluso hubo gente de este periódico que me afeó mi análisis, pero cualquier persona atenta a la realidad política podía haberlo vaticinado… Y así sucedió, pues que de los tres diputados que sacó Ciudadanos, seguramente, dos y parte del otro tenían su origen en votantes del PP. No era difícil preverlo, pues que hasta el cabeza de cártel de Ciudadanos era un militante del PP de Cataluña.
 
También en esta ocasión podría suceder algo parecido. Desde el día que dio la rueda de prensa Rosa Díez hasta hoy, han pasado algunas cosas que me llevan a  sospechar que, otra vez, el PP podría pagar los gastos del partido, que ha surgido de una mínima escisión del PSOE por un lado, más la “reconversión” de una iniciativa ciudadana en una plataforma partidista por otro. Esta reconversión o, dicho en castizo, movida política no puedo dejar de verla con preocupación, porque se mire desde donde se mire hay una utilización de una organización civil, Basta ya, que junto a la AVT y el Foro de Ermua eran lo único saneado de nuestra endeble democracia, al menos simbólicamente, para fines partidistas. No parece una buena señal que desaparezcan instituciones ejemplares que, quizá por pura casualidad,  ha dado un sistema democrático más putrefacto que el “Estado salvaje” –¿o es que acaso no es salvaje un Estado cuyo poder judicial y legislativo están al servicio del Gobierno?– que lo mantiene.
 
No veo con buenos ojos que sea una asociación civil la base del nuevo partido. Basta ya, como El Foro de Ermua y la AVT,  representaba lo más dinámico y desinteresado, lo más democrático y transparente del tejido social y político de un sistema democrático que hace agua por todas partes. Pero su utilización, o mejor, la manipulación que han llevado a cabo algunos de sus miembros para crear un partido político dista mucho de ser una operación democrática transparente. Por supuesto, es legal, pero no es de recibo democrático servirse de una iniciativa civil para convertirla en una plataforma política; mientras haya un solo afiliado a esta asociación que se niegue a esa transformación, y me consta que hay más de uno, no es legítima esta utilización.
 
Por la misma razón, tampoco estaría bien visto que, por ejemplo, miembros directivos del Foro de Ermua se pasasen a la nueva formación política. Por muchas explicaciones que se dieran, no dejaríamos de sospechar que se ha utilizado una iniciativa civil para un fin estrictamente partidista. Por ejemplo, aunque estaría en su derecho, no sería razonable ni de buen gusto estético que Mikel Buesa, que sucedió en la presidencia del Foro de Ermua al insobornable Vidal de Nicolás, se pasase al partidito de Rosa Díez, la antigua consejera del Gobierno Vasco, que se querelló contra el filósofo y humorista español, Mingote, porque hizo reír a los españoles con el lema de Díez: “Ven y cuéntalo”.
 
La creación del nuevo partido político tiene su mérito y, además, trae un poco de aire fresco al putrefacto ambiente político de España, pero, nadie en su sano juicio político, debe olvidar los males que trae su creación; especialmente al PP, porque, primero, mantiene en lo fundamental el mismo ideario del PP, o sea, repite un mensaje para restarle votos a la única alternativa plausible y racional al nefasto gobierno de Rodríguez Zapatero.
 
Segundo, el nuevo partido busca a sus nuevos dirigentes entre las filas de las organizaciones civiles, que tienen la sagrada misión de dinamizar un estático sistema democrático, cuando no en el seno del propio PP como ya ha pasado con un parlamentario del PP en el País Vasco, que ha pedido la baja en el Partido de Rajoy para entrar en el de Rosa Díez. Y, tercero y clave, porque el nuevo partido no tiene tiempo ni empaque intelectual suficiente para torcerle el brazo a un  partido político, el PSOE, que ha basado su poderío en el sectarismo y la contrailustración, en el ataque a la nación española desde las instituciones de la propia nación, y, sobre todo, en el analfabetismo político de sus votantes.

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