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Agapito Maestre

Entre engaños

No es un juego de palabras hablar del engaño del engaño, sino un hecho, una terrible crueldad, que el Gobierno engaña incluso a quienes se dejan engañar. Naturalmente, me refiero a que Zapatero dice una cosa y hace la contraria.

No existe criterio de racionalidad para comprender al Gobierno de Zapatero. Quien se obstine en tropezar una y otra vez en las rejas que este Gobierno ha impuesto a los españoles, en mi opinión, le será imposible sobrevivir con dignidad. La mera arbitrariedad es imposible alojarla en ningún tipo de racionalidad. Por lo tanto, quien no ponga un poco de fantasía a la hora de enjuiciar la política de este Gobierno, caerá en el peor de los suicidios: la muerte por falta de imaginación.

La razón es absolutamente insuficiente para analizar la política española. La creencia de que la razón es el instrumento más adecuado a la realidad hace tiempo que fracasó, entre otros motivos, porque la realidad está lejos de ser racional, especialmente si se trata del Gobierno Zapatero que engaña hasta en los engaños. No es un juego de palabras hablar del engaño del engaño, sino un hecho, una terrible crueldad, que el Gobierno engaña incluso a quienes se dejan engañar. Naturalmente, me refiero a que Zapatero dice una cosa y hace la contraria, o, peor aún, propone con todo tipo de fanfarrias, es decir, convocando un Consejo extraordinario de Gobierno, una medida de salvación para ayudar a los más golpeados por la crisis económica, pero se benefician arbitrariamente unos y no otros, sencillamente, porque es incapaz de ofrecer criterios mínimos para alcanzar un denominador común de solidaridad. La medida de los 420 euros es peor que un engaño. Es un engaño de engaño.

Algo parecido sucede con la recuperación de la "memoria histórica". Imagínese que estamos de acuerdo con la recuperación crítica del pasado, es decir, de la tradición como el mejor camino para aprender de nuestros fracasados pasados y no repetirlos en el presente y en el futuro, pues tampoco nos deja el Gobierno de Zapatero a no ser que paguemos, y no saben cuánto, a los chupa-sangres de la SGAE. Sí, sí, quien pretenda ejercer la "memoria histórica" a través de la representación popular de obras de nuestro teatro clásico, por ejemplo, Fuenteovejuna de Lope de Vega, o El Alcalde de Zalamea de Calderón de la Barca, tendrá que pagar lo que no tiene...

Ya digo el Mundo Feliz que nos impone Zapatero es el de la farsa de la farsa, de ahí que sea tan difícil, insisto, hallar un criterio de racionalidad. Porque la realidad gubernamental es cualquier cosa menos racional, mantengo que uno de los engaños más grandes de este Gobierno es hacer engaño de los engaños. El Gobierno de Zapatero siempre nos desborda: no admite nostalgias ni anhelos; menos aún deseos. La nostalgia de lo mejor, el anhelo de lo que se carece, ya ha desaparecido del Mundo Feliz del socialismo de Zapatero. El veneno socialista trata de sustituir la nostalgia de un mundo mejor por la "realidad virtual" de un Mundo Feliz, o sea, un mundo sin anhelos.

Reconozco que lo peor que llevo de este personal es la intromisión constante en mi vida para arruinar mis nostalgias y desesperanzas. No quiero tener nada de lo que este personal me ofrezca. Prefiero mis nostalgias que sus pobretonas "realidades". Antes que tener un tesoro gratuito o regalado por Zapatero, quiero ser por lo que echo de menos. Escupiré, pues, a quien mi imponga vivir en unMundo Feliz, sencillamente, porque es el reino de la pura arbitrariedad. Engaño de engaño.

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