Menú
Agapito Maestre

España en el mundo

Unos atletas españoles en la Olimpiada de Pekín han desobedecido la prohibición del Comité Olímpico Internacional de mostrar cualquier signo externo de compasión, piedad, o sencillamente respeto, por el trágico accidente de Spanair.

Escucho por la radio que unos atletas españoles en la Olimpiada de Pekín han desobedecido la prohibición del Comité Olímpico Internacional de mostrar cualquier signo externo de compasión, piedad o, sencillamente respeto por el trágico accidente de Spanair en Madrid. Ni banderas a media asta ni crespones negros sobre las vestimentas. Cabrones. Estos mamarrachos internacionales no tienen bastante con "legitimar" el régimen bárbaro de los comunistas chinos, sino que impiden que unos deportistas expresen, como les venga en gana, su cercanía y solidaridad con sus compatriotas. Son doblemente cabrones. Chusma. Basura.

La noticia de la rebelión, pues, me ha emocionado. Los atletas han puesto en su sitio a los componentes de ese nauseabundo comité internacional y, de paso, también se han rebelado contra el Comité del Deporte Español que ha aceptado la prohibición. Cobardes. Rilados. Mi emoción, sin embargo, no se explica tanto por esta rebelión contra esos seres infames por inmorales, y contra los asustadizos que forman el Comité del Deporte Español, como porque estos deportistas han demostrado con su gesto que España es, a pesar de esa basura institucional, una nación. Es una unidad de sufrimiento. Estos deportistas son un ejemplo modélico, una muestra de los millones de reacciones de afecto y piedad con las víctimas y con los familiares de sus compatriotas.

Nuestros deportistas se han manifestado como genuinos ciudadanos, gentes de bien que saben que antes que profesionales, deportistas o lo que sea, representan a una nación, un pueblo, que si sufre ante una catástrofe, también a ellos les afecta. Nuestros deportistas sufren no sólo por solidaridad con un ser humano, sino porque han muerto los de su nación. Gracias a ese tipo de comportamiento, de respeto a nosotros mismos, podemos llegar a ser respetados en el resto del mundo. Esperemos que el comportamiento de nuestros atletas con las víctimas sea imitado por nuestro Gobierno acelerando una investigación sobre las causas de esta catástrofe; pues si el Gobierno de Zapatero se retrasa, y todo parece indicar que se está demorando en esa investigación y, sobre todo, en ofrecer datos serios sobre el suceso, no sólo no estará solidarizándose con los muertos y sus familias, sino que estará maltratando a la nación.

De momento, la prensa internacional en general está informando correctamente y con suma delicadeza sobre la catástrofe. El respeto a nuestra nación es la norma; basta abrir la página web del Frankfurter Allgemeneine Zeitung, uno de los periódicos alemanes más reputados en toda Europa, para comprobar el exquisito trato dado a España. Cuenta la desgracia con objetividad y narra un par de historias de gente que se libró de volar en el avión accidentado: por un lado, recoge la narración de un hombre que perdió el vuelo, y, por otro lado, cómo una pareja de recién casados que iban de viaje de novios a Canarias se salvaron porque perdieron también el vuelo por unos minutos de retraso. Destaca, naturalmente, que entre los muertos casi seguro se cuenta una familia de Baviera.

Pero, y por aquí se abre una grieta sobre la confianza en nuestra nación, el periódico no se olvida de informar acerca de que los pilotos de la compañía Spanair tenían que realizar labores de técnicos y mecánicos. Por esta vía de investigación de los medios de comunicación internacionales, sin duda alguna aparecerá muy pronto un frente crítico contra España... En efecto, si el Gobierno no se muestra rápido y ágil para decirnos de verdad todo lo qué ha sucedido, esa norma de respeto internacional hacia nuestra nación se perderá más pronto que tarde. Pronto los medios internacionales descubrirán cuál ha sido, por ejemplo, el rol desempeñado en la catástrofe por el Ministerio de Fomento.

En Sociedad

    0
    comentarios