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Agapito Maestre

Estado-nación y Estado de las autonomías

Aunque no fue suficientemente desarrollada, creo que la apelación a la Nación hecha por Rajoy es el punto de partida, imprescindible y necesario para derrotar el robot construido por Zapatero y los nacionalistas en los últimos siete años.

Los análisis políticos que vinculan centralismo y dictadura son tan ideológicos, es decir, tan falsos como los que asocian autonomía territorial a democracia parlamentaria. La historia de España es bastante más compleja que esa "fórmula" atrabiliaria que utilizaba ayer el diario de Prisa. Para empezar no hay posibilidad de democracia, es decir, de un régimen político que garantice la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley sin un Estado de derecho alojado claramente en una Nación.

No se trata de optar por descentralización y democracia por un lado, y Estado nacional por otro, sino que es imposible la democracia sin un Estado nacional. Acaso por eso, o mejor, para enfrentarse a esa ideología que trata de simular que en España sólo puede haber democracia con "autonomía territorial", extraigo una nota clave de la Convención del PP para enfrentarse a los socialistas y nacionalistas y, de paso, reformular el llamado Estado de las autonomías. Aunque no fue suficientemente desarrollada, creo que la apelación a la Nación hecha por Rajoy es el punto de partida, imprescindible y necesario para derrotar el robot construido por Zapatero y los nacionalistas en los últimos siete años.

La confederación, el Estado asimétrico o fragmentado, o como quiera que le llamemos, de los socialistas es inviable. A eso se refería, con muy buen criterio, Aznar. Ese Estado de las autonomías nos lleva a todos al abismo. De ahí que sea imprescindible para salir de ese pozo volver a la nación; pues que es imposible ningún Estado de las autonomías sin una nación española fuerte y cohesionada. Por cierto, y frente al lenguaje impuesto por la casta política, en ningún lugar de la Constitución del 78 se define el Estado español como el Estado de las autonomías. Eso no está en el espíritu ni en la letra de la Constitución; lo que se reconoce, en el artículo 137, es que "el Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan", y, por supuesto, en el artículo 148, se recoge que las comunidades autónomas podrán asumir competencias en diversas materias.

En fin, a pesar de los pesares, me quedo con una de las piezas centrales del discurso de Rajoy. Su defensa de la nación, o sea, que todos los ciudadanos seamos iguales ante la ley por un lado, y su disposición a cortar de raíz la fragmentación del mercado español en "17 injustos mercaditos", son signos para alimentar un cierto optimismo.

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