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Agapito Maestre

ETA, el CIS y las elecciones

Dicho en castizo: si la democracia, si los resultados electorales, dependen de los criminales, entonces apaga y larguémonos.

El grado cero de la democracia en España ha sido alcanzado hace mucho tiempo. Todo depende del terror. Todo depende de la negociación de Zapatero con los terroristas. Todo depende de lo que hagan los terroristas. El Gobierno pone en evidencia un día sí y otro también esta dependencia, en realidad, esta estrecha colaboración. Las declaraciones del socialista Vallespín corroboran el grado cero, o mejor, el encefalograma plano de nuestra vida política. ¿Qué ha dicho Vallespín que llama tanto mi atención? Viene a decir Vallespín que todo su trabajo no vale para nada. Su trabajo de predicción electoral es inservible. Naturalmente, no lo ha dicho de esta guisa tan directa, sino que ha utilizado un lenguaje indirecto, de carácter propagandístico, de pleitesía al jefe que lo ha nombrado, pero, al final, es contundente respecto a su escasísima e inválida capacidad de predicción.

Sí, según Vallespín, "todo" depende de que ETA vuelva o no a realizar atentados a medida que nos acerquemos a la fecha de las elecciones. Eso significa que todos los sondeos, las encuestas, los estudios de opinión, en fin, todos los trabajos demoscópicos que se llevan a cabo en la institución que él preside, el Centro de Investigaciones Sociológicas, no sirven para nada y, por supuesto, mucho menos para prever quién será el ganador de las próximas elecciones generales, porque todo dependerá "de las sorpresas o nuevos atentados" (sic) de ETA. Si este hombre ha dicho esto en serio, y no tengo porque dudar de su seriedad, entonces debería dimitir porque su trabajo no vale absolutamente para nada.

En efecto, cualquiera que sepa los rudimentos de una encuesta sabe que la "utilización", o mejor, la interpretación de la misma es tan importante como los resultados. En otros términos, ni hay encuesta que no favorezca al patrocinador ni es posible eliminar la ideología de la encuesta. De ahí que una encuesta sin interpretación es ciega y sin intención es vacía. Pero, según Vallespín, ya no valen para nada las encuestas. No sólo no valen para prever mayorías; ni siquiera sirven para marcar tendencias o expectativas de un posible ganador, porque todos dependemos no de lo que haga el Gobierno o la oposición, no de la política y las reglas de la democracia, sino de los atentados criminales de ETA.

Resultan patéticas las declaraciones del presidente del instituto oficial demoscópico más importante de España. Si en verdad todos los resultados electorales, según Vallespín, dependen de que haya o no atentados terroristas, entonces la vida política es, pues, inexistente. Traducido en lenguaje de la calle: si el PSOE quiere ganar las elecciones, tiene que seguir dialogando, cediendo y entregando todo lo que le piden los terroristas. Es la única forma de que los terroristas no cometan atentados, o sea, es el único camino que tiene el PSOE para ganar las elecciones.

Aparte de la inmoralidad, el patetismo de las declaraciones de Vallespín se compadece con una vieja tradición democrática que siempre denunció a quienes pactasen con el terrorismo. Éste golpeará sin piedad, según los demócratas, a sus interlocutores "democráticos" en un proceso electoral. A pesar de todo, no soy optimista, pues esa denuncia democrática, quizá, tendría plausibilidad en una democracia más o menos asentada en una sociedad civil desarrollada, pero la llegada de Zapatero al Gobierno, después del terrible atentando del 11-M, no supuso un simple cambio de gobierno sino todo un cambio de régimen político. En eso estamos. Dicho en castizo: si la democracia, si los resultados electorales, dependen de los criminales, entonces apaga y larguémonos.

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