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Agapito Maestre

Evocación de la paz

La enseñanza que el PP debe sacar de esa doctrina es sencilla: si nuestro ejército, junto al resto de ejércitos europeos, no va a desarmar a Hezbolá, entonces el PP no debería jamás otorgarle la confianza al Gobierno socialista.

Sólo quien vive en paz puede evocarla bondadosamente. Quien vive en guerra sólo emite mentiras sobre la paz. He ahí dos concepciones radicalmente diferentes del pacifismo contemporáneo. El primer caso lo representa muy bien Esperanza Aguirre. El segundo, como todo el mundo sabe, está reflejado en un estandarte, cuya inscripción fundamental dice "los furiosos de la paz", que porta Zapatero con cínica sonrisa. Son los pacifistas a palos, o mejor, los pacifistas contra la paz. Dejemos de hablar de los segundos, porque sus mentiras sólo producen desprecio. Centremos nuestros aprecios y críticas en la evocación bondadosa de la paz. No habrá alivio en Líbano, menos todavía en Israel, mientras los terroristas de Hezbolá no sean desarmados. Sin haber desarmado al causante de la guerra, nunca podrá hablarse de desarmar a los otros contendientes. Esta actitud sigue al pie de la letra la doctrina pacifista de Kant: el ideal es la paz, es el desarme; pero, mientras uno solo esté armado, o sea, mientras Hezbolá esté armado, los otros no podrán jamás desarmarse.

La vitalista Esperanza Aguirre ha recordado al gobierno de Zapatero esta vetusta, y aún plausible, iniciativa pacifista en una entrevista concedida a La Razón, que debería hacer pensar no sólo al "belicismo" de Zapatero sino al propio PP por un posible acuerdo con el PSOE para esta misión de guerra. Todo lo que no sea desarmar a los terroristas de Hezbolá será, pues, contribuir más al desarrollo de la guerra en el Líbano. La enseñanza que el PP debe sacar de esa doctrina es sencilla: si nuestro ejército, junto al resto de ejércitos europeos, no va a desarmar a Hezbolá, entonces el PP no debería jamás otorgarle la confianza al Gobierno socialista. Lejos de ir en misión de paz, la conclusión que podemos sacar de las declaraciones de la presidenta de Madrid es obvia: la tropa española en Irak no va a construir paz alguna, sino que estará allí en misión de guerra.

El PP tiene que oponerse radicalmente al envío de soldados a la zona de guerra no sólo porque corran peligros las vidas de los soldados, que es evidente que también podía correrlos en una misión de paz, sino porque están contribuyendo decisivamente al crecimiento de la violencia. El PP tiene en la próxima votación del Congreso la oportunidad de explicar su política de verdadera paz o, por el contrario, seguir a remolque de las iniciativas de unas Naciones Unidas, que no están por la labor de vivir en guardia militar para prevenirnos de nuevas sorpresas bélicas, sino por intervenir en guerras sin ningún horizonte de paz. Si el PP le otorga la confianza a Zapatero en el Congreso, sepan que están dando un cheque en blanco al belicismo socialista.

Además, porque no habrá claridad meridiana por parte del PSOE, que seguirá jugando en el Congreso con las tácticas sucias de "los furiosos pacifistas", sería un error de incalculable coste intelectual que el PP le dé el sí a Zapatero. Digan alto y claro: No. Y, sobre todo, explíquenlo. Aprovechen la oportunidad que les ofrece la disparatada política de Zapatero. Y, sobre todo, aprovechen para denunciar no sólo que Zapatero, contrariamente a su propia promesa y a lo que estipula la Ley de Defensa Nacional, no comparecerá en el Congreso para informarles de la misión, sino que intentará a todos ustedes "ningunearlos" recibiendo a Kofi Annan, secretario general de la ONU, el mismo día, y quizá a la misma hora, que su ministro de Defensa intervenga para contarles la milonga de la "paz en el Líbano".

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