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Agapito Maestre

Fin de año: Tristeza

La "amenaza" de Pérez Rubalcaba parece propia de un tipo que trata de ocultar algo, por ejemplo, el chivatazo del Gobierno a ETA en pleno proceso de negociación con la banda criminal.

Termina el año. Los españoles siguen preocupados, según el CIS, por el paro, el terrorismo y los políticos. Normal. La gente está triste. Asustada. Quieren soñar, porque en los sueños no se vive propiamente; se sueña. Los españoles quieren escaparse. Pero, seguramente, no conseguirán salir de la repetición de lo idéntico. Esta legislatura política está a la mitad de su recorrido, pero sentimos su peso, o sea su maldad, como una losa. Ya nadie espera nada de esta gente. Seguirán legislando sobre la vida y la muerte, la enfermedad y la salud, los viejos y los jóvenes, pero ya nadie, excepto los imbéciles, cree nada de lo que dicen los responsables de este basurero ideológico y político.

El personal se conforma con un sueño ligero y un poco de soledad. Les entristece, sí, pero los espíritus superiores prefieren la tristeza de la soledad y la privación del tiempo en el sueño a las alegrías del régimen de Zapatero. De todos modos, nadie eche las campanas al vuelo, porque en este final de año tendremos a un superministro, el de Interior, y a un ministrito, el de Educación, recordándonos que Zapatero nos protege, vigila y persigue. Sí, sí, como si no tuviéramos bastante para acabar el dichoso año, viene Pérez Rubalcaba, el político entre los políticos, para recordarnos que ETA prepara un gran atentado o un secuestro de alguien importante. El otro, el de la cosa de Educación, dice que conseguirá un Pacto de Estado con el PP para mejorar la educación de los españoles. Vale. Imaginemos que consiga ese pacto, pero no valdrá para nada. Será papel mojado, entre otras razones, porque él, el ministro de Educación, no tiene competencias para llevarlo a cabo... O sea, un consejero de Educación tiene más poder que el encargado de una cartera ministerial casi vacía.

En fin, si el pactito por la Educación mueve a risa, la "amenaza" de Pérez Rubalcaba parece propia de un tipo que trata de ocultar algo, por ejemplo, el chivatazo del Gobierno a ETA en pleno proceso de negociación con la banda criminal. Todavía cabe una sospecha peor, a saber, Pérez Rubalcaba no quiere asumir su propia responsabilidad ante una posible desgracia colectiva, un atentado o secuestro, que él pudiera haber evitado. En cualquier caso, Pérez Rubalcaba nos mete el miedo en el cuerpo, pero lleva meses sin avisar a las comisarías de España sobre un posible atentado. Ninguna de ellas ha recibido la orden de alerta. Quizá Pérez Rubalcaba ya no asuste tanto al PP como cuando estaba en la oposición, pero él ha conseguido su objetivo: que hablemos de lo que él quiere. En este punto, los del PP prefieren dejarse llevar por la inercia antes que plantarle cara a "un cara". El PP, al final, siempre se achanta ante las iniciativas gubernamentales. Son tan institucionales que sólo esperan que pase el cadáver delante de su puerta. En verdad, sólo aspiran a estar. No a ser.

Y así, sin esperanza y sin consuelos, recibiremos al nuevo año. Vida perra. Sólo cabe la queja, la queja y la queja, o mejor, soñar y aspirar a la soledad. Combatamos la sugerencia mefistofélica: "Cesa de jugar con tu pena que, semejante a un buitre, te devora la existencia; la peor compañía te hace comprender que eres un hombre entre los hombres".

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