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Agapito Maestre

La izquierda y el final de la dictadura

La izquierda española, especialmente en estos dos años de Zapatero, tampoco daba legitimidad al tirano, como algunos siguen pensando, sino que buscaba en él un poco de "vidilla" ideológica para su vacía socialdemocracia.

El tirano Castro ha delegado el poder porque está presto a la muerte. Pero cabría pensar, cómo no, que ha urdido alguna estratagema para consolidar el régimen tiránico a través de una feroz dictadura militar dirigida por Raúl Castro. Es posible; pero eso no sería un nuevo escenario, porque el actual no puede describirse sin los militares y, sobre todo, sin los servicios secretos.

Sin esos servicios de espionaje no hubiera logrado sobrevivir el régimen. Nadie olvide la eficacia de la Agencia Central de Inteligencia, que montara y dirigiera con mano de hierro Manuel Piñeiro, viceministro del Interior de 1961 a 1974, y gran amigo de Gabriel García Márquez, quien dijo de él que tenía un sentido del humor inmejorable. Pues bien, el aparato de espionaje represivo montado por este humorista será el principal escollo que tendrá que sortear la oposición cubana. La cosa, a pesar de lo que algunos vaticinan, no será sencilla, porque gracias a ese servicio de espionaje ni un solo miembro de la dirección política de Cuba perdió la vida. Eficacia máxima y pérdidas casi inexistentes. Sólo el Mossad, los servicios secretos de Israel, se le asemejan. Pero, independientemente de que esa terrible organización puede seguir operando en cualquier proceso de cambio, lo cierto es que la delegación del poder del tirano en su hermano abre expectativas para una transición hacia un sistema de libertades.

Los cien mil presos cubanos, en la Isla de las doscientas cárceles, serán los primeros que habrán recibido la noticia con alegría. En segundo lugar, los millones de exiliados cubanos ven una salida al túnel. En fin, después de la muerte de Castro, todo lo que venga será mejor. Pero no deberíamos olvidar que el largo desenlace de la tragedia cubana ha dado un poco de vida a la izquierda iberoamericana en la última década. El resurgimiento del neopopulismo en Venezuela, Bolivia, Argentina y Brasil no pueden comprenderse sin el tirano Castro; por supuesto, la izquierda española, especialmente en estos dos años de Zapatero, tampoco daba legitimidad al tirano, como algunos siguen pensando, sino que buscaba en él un poco de "vidilla" ideológica para su vacía socialdemocracia.

Pues bien, será toda esa izquierda iberoamericana, compleja, contradictoria y sometida a permanentes metamorfosis, la que ofrecerá mayor resistencia al cambio en Cuba. Intentarán devolverle al castrismo lo que éste les ha suministrado desde 1959: "utopía totalitaria", engaño a las masas y, sobre todo, crear una falsa ideología contra el llamado "imperialismo" norteamericano. Hacer de Estados Unidos el "enemigo principal" sigue siendo, por desgracia, el peor mal de la izquierda iberoamericana. Basta repasar las palabras y los tonos jeremiacos de Moratinos y López Garrido sobre el proceso abierto en Cuba para temerse lo peor. Sí, sí, el castrismo, ese conjunto de aparatos represivos y manipuladores, intentará ser mantenido por la izquierda mundial, incluida la socialdemócrata. Esa es la tragedia de la democracia.

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