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Agapito Maestre

Las imposturas de Zapatero

La crisis de gobierno ha demostrado, una vez más, que estamos ante un Consejo de Ministros títere, lleno de fantoches, dispuesto a satisfacer los deseos más groseros de las minorías nacionalistas con tal de mantenerse en el poder.

Es cierto que los cambios producidos en la crisis de gobierno sólo tiene un único sentido, una trágica significación, acabar con el Estado de Derecho, o sea, ponerse a las órdenes de ETA. La nación, España, ya está sometida a los dictados de la banda terrorista por obra y gracia de Zapatero. Pérez Rubalcaba es su comisionado para aceptar la letra pequeña que le imponga la banda, o sea, la investigación del 11-M quedará definitivamente cerrada. En esta circunstancia, no exagero si digo que la vida democrática está bajo mínimos. El grado de deslegitimación de las instituciones es patético. Si dejamos aparte la institución de la Monarquía, que no pasa por sus mejores momentos, quizá sea la institución del Gobierno de España la peor parada. La última crisis de gobierno es paradigmática del déficit democrático por el que atraviesa nuestro país. Lejos de cualquier explicación coherente, todo era ficción y engaño en la aparición de Zapatero ante los medios de comunicación para anunciar los cambios en el Gobierno. No había el menor interés en sus palabras por justificar qué había pasado en el seno del Gobierno para que se produjeran esos cambios. El populismo de Zapatero es tan elemental que basta con tres simplezas, o peor mentiras, para sentirse contento con su invento.

Es en ese tipo de actos y "decisiones", cuando contemplamos con toda su crudeza que la noción de deliberación, de democracia deliberativa, sobre la que tanto alardea Zapatero en los días de fiesta, no es nada. Deliberación es sólo una palabra más, un engaño retórico, que utiliza Zapatero para ocultar la absoluta carencia de vida democrática en el interior del Consejo de Ministros y, por supuesto, una añagaza para seguir engañando al "hombre-masa", o sea, a sus terminales mediáticas en las redacciones de los medios de comunicación pseudoprogresistas, que son los principales divulgadores de ésta y otras consignas del Gobierno.

Mal está la vida democrática, cuando ni siquiera una crisis de gobierno es presentada a la ciudadanía como tal. Menos aún se dan explicaciones sobre los cambios realizado por el jefe del Ejecutivo. Todo es impostura y engaño. Zapatero aparecen ante los medios de comunicación y sólo dice lugares comunes y mentiras. Si fue incapaz de explicar porqué cambia a la titular de Educación y Universidades, exactamente a las 24 horas de haber aprobado una ley decisiva para ese ministerio, menos todavía podría decir algo coherente sobre la salida de Bono, que representaría, según los bienpensantes, a quienes aún creen en la unidad de España.

La crisis de gobierno ha demostrado, una vez más, que estamos ante un Consejo de Ministros títere, lleno de fantoches, dispuesto a satisfacer los deseos más groseros de las minorías nacionalistas con tal de mantenerse en el poder. Las minorías nacionalistas por un lado, y los terroristas por otro, marcan a un jefe de gobierno populista la dirección para maltratar a la mayoría de los ciudadanos. Eso es todo. La decisión de Zapatero, como en los gobiernos totalitarios, nace de la nada. No hay norma, ni ley, ni explicación racional alguna, que no obedezca a la excepción. En el gobierno de Zapatero sólo existe la excepción. Más aún, como en todos los regímenes totalitarios, la excepción demuestra todo; no sólo confirma la regla, como diría Schmitt, sino que la regla misma vive únicamente desde la excepción.

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