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Agapito Maestre

Letras libres y Zapatero

La izquierda española es tan indigente intelectualmente hablando que, primero, le regala un poco de legitimación a la dictadura sanguinaria de Castro para, posteriormente, hallar en ella un poco de legitimación para su clientela izquierdista

La revista Letras Libres, de origen mexicano, conmemoró su cuarto aniversario en España con un coloquio, en la Casa de América, entre Mario Vargas Llosa y Enrique Krauze. Por cierto que, excepto El País, nadie se hizo eco de este coloquio en la prensa nacional. ¿Por qué será? Piénsenlo, amigos mexicanos, porque hay mucha gente que asocia su cabecera a la de Polanco. ¡No sería malo que los responsables de la publicación se distanciaran un poco de la línea “culturalista”, y sobre todo de colaboradores, de El País para que no siguieran siendo confundidos con el periódico de la calle Yuste! Allá ellos. Lo cierto es que el editor de Letras Libres y el novelista, ambos dos colaboradores de El País, criticaron con contundencia la política exterior de España con Cuba y Venezuela. Les resultaba incomprensible el apoyo surgido de la XV Cumbre de Iberoamérica a las dictaduras de Castro y Chávez.
 
Más aún, se preguntaban perplejos “¿cómo es posible que España no encabece una movilización internacional para que los cubanos puedan disfrutar de la misma libertad que tiene España?” Muchas respuestas hay para resolver el enigma. Ellos no entraron, sin embargo, en ninguna de ellas, seguramente, porque no hubo tiempo o, sencillamente, porque era suficiente con la denuncia. Lo cierto es que si hubieran entrado en analizar las causas, habrían descubierto de inmediato que el régimen de Castro para el señor Zapatero es una forma de legitimación de su política (sic.). La cosa es así de cruda. La izquierda española es tan indigente intelectualmente hablando que, primero, le regala un poco de legitimación a la dictadura sanguinaria de Castro para, posteriormente, hallar en ella un poco de legitimación para su clientela izquierdista y tercermundista. Hay, además, un par de rasgos coincidentes entre los regímenes de Castro y Chávez por un lado, y el de Zapatero por otro, que salvando todas las distancias los aproxima a los tres en estulticia.
 
Sí, queridos Krauze y Vargas Llosa, hay más de una sintonía entre la política socialista de Zapatero y la de las dictaduras de Castro y Chávez. Para empezar el intento permanente de movilizar a través de la mentira de Castro y Chávez ya es moneda común en el lenguaje de Zapatero. Su lenguaje, es cada día más parecido a la propaganda absurda y ridícula de los dictadores caribeños. Mejor mentir con descaro, dicen sus ideólogos, que discutir con sus adversarios. El debate, aunque esté programado en condiciones paupérrimas, tiene alguna verosimilitud. Nada, pues, de discusiones, dice Zapatero. Mentir, mentir y mentir con descaro, sin importar el medio donde se haga, es la estrategia. Pocas declaraciones, por no decir ninguna, de Zapatero pueden discutirse sin tener la sensación de que estamos ante alguien que sólo pretende engañarnos. Ahí reside su poder. Lo ejercerá sin pestañear, aunque eso signifique el fin del régimen democrático.
 
La política exterior de España con la dictadura de Castro no es, como cree Krauze, un problema de hipocresía o doble moral. Ojalá fuera así. Es algo más trágico. Se trata de que Zapatero imita los métodos de movilización populista de Castro y Chávez para conseguir un poco de legitimidad para un Gobierno absolutamente quebrado, porque rompe un día sí y otro también la espinal dorsal de la nación, la Constitución, y ensimismado, porque no quiere reconocer que el líder mundial es EEUU.

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