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Agapito Maestre

Masoquismo y tiranía socialista

Por este camino, no creo que sea imposible para el PSOE compensar de aquí a las elecciones sus errores y maldades, especialmente su ataque despiadado y criminal a la nación española, con promesas para satisfacer las demandas "sociales"

La intervención de Rodríguez Zapatero ante su Grupo Parlamentario sólo puede analizarse en el ámbito de la psicopatología de la vida democrática. Este hombre confunde la política con la prestidigitación, el discurso plausible con la mentira, la acción libre con la esclavitud. El presidente del Gobierno ha vendido felicidad al margen de lo real. Todo humo. Un horroroso engaño. La felicidad del ciudadano español, sin embargo, se cruza permanentemente con el terco dolor y la vida cotidiana. El sufrimiento es real. Pero Rodríguez Zapatero hace de la felicidad, hoy más que nunca, un instrumento infalible para llevar a cabo todo tipo de atrocidades. En su nombre millones de seres humanos ocultarán la principal tiranía de la penitencia, o sea, la tiranía de Zapatero.

No hay peor penitencia, peor castigo, que ocultar en nombre de la felicidad que el Gobierno de España es anormal, o sea, que es un Gobierno contra España. Nadie puede ser feliz en España mientras que estemos sometidos a ese círculo masoquista que tiende a exculpar de todos los males al Gobierno de Rodríguez Zapatero. La tiranía de la penitencia consiste en ocultar que vivimos en el dolor y la perversidad. Todos hacen como si fueran felices, cuando en verdad el placer se diluye constantemente ante lo real. El masoquismo será, sin embargo, la pieza clave para que la tiranía de Zapatero siga reinando en España desde aquí hasta las elecciones generales.

En esa desgraciada circunstancia masoquista, en ese ámbito donde el Gobierno de España hace una campaña publicitaria tan absurda como infernal para volver a llamarse Gobierno de España, la cuestión que debemos responder es: ¿podrán las promesas de felicidad socialista ocultar el desgobierno de Rodríguez Zapatero? No; pero, por desgracia, eso no significa, necesariamente, que el PSOE pierda las elecciones. Antes al contrario, el votante socialista no sólo aceptará como suyas las falsas promesas de sus dirigentes, sino que también ayudará con ahínco y denodado esfuerzo a producir más engaños y mentiras sobre las "contribuciones" del gobierno socialista al desarrollo democrático de España.

Es un asunto psicológico. Si reconociesen la realidad, la cruel y despótica política de Rodríguez Zapatero contra España, se volverían locos. No quieren reconocer el lugar miserable sobre el que están instalados, porque perderían su pobrísimo equilibrio mental. Es menester mentir para no aceptar lo real. Por eso, porque sin autoengaño no sobrevivirían, todos los socialistas y comunistas, todos los nacionalistas e independentistas, todos los simpatizantes y votantes de este Gobierno se mentirán a ellos mismos sobre las bondades y promesas de felicidad que han convertido a este Gobierno en un régimen tiránico al estilo de Castro o Stalin. La tarea más sucia la hará, por supuesto, el presidente del Gobierno y su entorno, pero será imprescindible ese mecanismo del autoengaño, esa perversa manía masoquista, que es someterse a la tiranía de la penitencia: hay que hablar bien de Zapatero porque, a pesar de sus maldades, es el icono que preside nuestra felicidad...

¿De qué "felicidad" hablamos? Pues de la única que cabe en un país que ha sustituido el Estado democrático por un régimen de derechos: la felicidad del supermercado, ese lugar que siempre tiene más productos de lo que podemos consumir. Sí, sí, mientras la tiranía de Zapatero nos permita ser consumidores, o sea, saber y, sobre todo, poder ver escaparates que siempre tienen más de lo que uno se puede llevar, no habrá problemas. Mientras que exista la posibilidad de ver una inmensa despensa inabarcable, inacabable y desbordante, la tiranía de Zapatero aguantará. Por este camino, no creo que sea imposible para el PSOE compensar de aquí a las elecciones sus errores y maldades, especialmente su ataque despiadado y criminal a la nación española, con promesas para satisfacer las demandas "sociales", en realidad, los deseos de vivir en el Jardín de las Delicias de sus elementales electores.

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