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Agapito Maestre

Miseria política

La convocatoria de Francisco J. Alcaraz deslegitima, una vez más, la negociación emprendida por el Gobierno con ETA.

Aunque indirecta y casualmente puedan caer extranjeros, ETA atenta sólo y exclusivamente contra españoles. ETA sólo tiene un objetivo: matar españoles. No importa que el crimen sea selectivo o al azar. Lo decisivo para esa banda criminal es que mueran españoles. Detrás de cada víctima del terrorismo de ETA está, pues, España. Los españoles. Por eso, precisamente, cuando las víctimas convocan una manifestación contra ETA, y por supuesto contra los negocios sucios que el Gobierno de Zapatero se trae con ETA, nos dan la oportunidad a todos los españoles de ejercer, en primer lugar, nuestra ciudadanía en el sentido más inmediato y judicial, o sea, por ser de un territorio tenemos ya el derecho de defenderlo y de que nadie intente robárnoslo.

Pero, además, con la organización de este tipo de actos, manifestaciones, protestas, luchas por que se les reconozca a los muertos su "memoria, dignidad y justicia", las víctimas del terrorismo nos crean el marco adecuado para ejercer la ciudadanía como un asunto moral, o sea, un esfuerzo por dignificar nuestra vida ciudadana. Ser ciudadano es algo más que un asunto jurídico. Es una lucha moral y política.

Por todo eso, porque las víctimas nos dan generosamente la oportunidad de ser mejores ciudadanos, mi pregunta es: ¿si alguien no se manifiesta contra quienes quieren sustraerle su más inmediata identidad, ser español, entonces cuál será la causa que los saque a la calle? Sospecho que no existe tal causa, o peor, ese tipo de gente forma parte de un gentío, pero nunca podrá disfrutar del gozo de ser ciudadano. Han renunciado de antemano a la posibilidad y capacidad que tienen todos los seres humanos de dignificar su vida.

En pocas palabras, quien no participara con su asistencia real o presencia espiritual de la oportunidad que el sábado nos ofrecieron las víctimas del terrorismo, de ser genuinos ciudadanos, es parte del rebaño de Zapatero y Rajoy y, por supuesto, del rebaño que le precede hacia el matadero, o sea, todos los partidos y medios de comunicación que prefieren antes una sociedad lanar que una sociedad abierta y democrática.

He ahí lo que puso de manifiesto el éxito de la manifestación de Colón contra la política antiterrorista del Gobierno: la miseria política de quienes no quieren ver lo evidente. Miseria es, en efecto, crear un sistema ideológico de mentiras y discursos "moralizantes" que ocultan lo real: las victimas del terrorismo son la fuerza más importante para desarrollar la democracia. El resto es filfa. Basura imposible de reciclar que nos lanza la casta política para abonar una "sociedad" sin patria y sin bandera. Una "comunidad" primitiva al servicio de políticos impresentables.

Zapatero, el principal irresponsable de toda esta miseria política, no hará comentario alguno del éxito del acontecimiento de la Plaza de Colón, o peor, dirá cualquier barbaridad contra las víctimas del terrorismo para exhibir músculo "político". Pero lo cierto es que la convocatoria de Francisco J. Alcaraz deslegitima, una vez más, la negociación emprendida por el Gobierno con ETA. La sociedad española en general, y la más desarrollada civil y políticamente en particular, no sólo defienden las justas reivindicaciones de las víctimas del terrorismo, sino que sencillamente defiende la democracia. Por eso, precisamente, por defender la democracia, podrían multar al bueno de Alcaraz hasta con 350.000 euros. Naturalmente, serán 350.000 razones que yo tendré para llamarles a los políticos, si llegara el caso, por su verdadero nombre: ¡Hijos de puta!

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