Dos tipos de intelectuales, como de hombres, dominan en la historia reciente. A unos les gusta salir en la foto, otros prefieren no aparecer jamás ante una cámara. También entre los liberales hispánicos hallamos ejemplos de los dos tipos. Entre quienes jamás saldrían en una foto, citaré a Gabriel Zaid el intelectual vivo más importante de México, algún día hablaré de él más extensamente, que hasta hace bien poco se negó a salir en público. Y, entre quienes se morían por una foto, siempre citaré a nuestro grandísimo Ortega, quien tiene una muy bonita con Gary Cooper que merece la pena ser comentada.
En el año 1949, Ortega visitó por primera y última vez EEUU. Había sido convencido por uno de sus discípulos, un profesor de Puerto Rico, para que diera una Conferencia sobre Goethe en Aspen (Colorado). ¿Por qué no, diría Ortega, cosas más raras se ha visto? El filósofo Ortega acepto la invitación y allí que se presentó en Colorado, invitado por la Fundación Ford, a impartir una conferencia para celebrar el centenario de la muerte de Goethe. Albert Schweitzer fue el otro gran invitado a la reunión, pero fue Ortega quien se llevó todos los aplausos en aquel pueblecito del lejano Oeste de los EE.UU.
Dicen las crónicas del evento que Ortega toreó con garbo y sabiduría, cimentando aún más la “gloria que ya había adquirido en ese país por su todavía vigente “Rebelión de las masas”. Habló con viejos amigos, hizo otros nuevos y se fue a ver Cooper. Y –sólo ante el peligro– se hizo una fotografía con el protagonista de la ídem. Ortega siempre genial. No sólo fue al Oeste americano, a la conquista de nuevos territorios para su filosofía, sino que quiso dejar constancia del asunto haciéndose una foto con uno de los más famosos actores de Holywood, Gary Cooper, que seguramente para entonces ya había visitado España y se había hecho más de un traje en la Gran Vía madrileña.