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Agapito Maestre

Rajoy y su flexible equipo

Rajoy ha conseguido, al menos sobre el papel, llevar a la empresa política los modos de la económica. El viejo "ascetismo mundano" predicado por Weber para toda ética individual del trabajo ha quedado postergado por el trabajo en equipo.

Si no aceptan que detrás de los nombramientos hechos por Rajoy está toda la ética y estética de Javier Arenas, como ya anuncié en estas páginas hace meses, entonces analicen las reacciones del parlamentario Moragas para evaluar el futuro del PP. Rajoy ha estado inspirado con estos nombramientos, dijo el joven parlamentario por la circunscripción de Barcelona, y después se quedó sin palabras. No tenía nada qué decir. Sólo aspiraba, supongo, a darle un abrazo de agradecimiento a su jefe y, posteriormente, ponerse a disposición de los nombrados para colaborar con ellos en todas las tareas que le encomienden.

Moragas es un arquetipo, en sentido orteguiano, para analizar el comportamiento del político joven y flexible del PP. Es la quintaesencia de un hombre capaz de adaptarse a la moderna ética del trabajo que se centra, según Rajoy, en el trabajo en equipo. Nada de un jefe único que sólo colabora con un secretario general. Aquí lo mejor es repartir el trabajo, o mejor, trabajar en grupo y buen rollito, aunque a veces no esté claro donde empieza la responsabilidad de uno y termina la de otro. Así pues, es bueno que exista una secretaria general que no es diputada nacional, pero que tiene responsabilidades autonómicas, y varías vicesecretarías: una para ejercer de portavoz de esa secretaria y del grupo parlamentario, que dirigirá un diputado nacional, y otras dos vicesecretarias construidas a la medida de Arenas y Mato. Está bien, por qué no, si bien acaba. Todas esas mediaciones entre el presidente, el líder, y las bases, militantes y votantes, serán decisivas para que el PP tenga eficacia, brillante y éxito.

Rajoy ha conseguido, al menos sobre el papel, llevar a la empresa política los modos de la económica. El viejo "ascetismo mundano" predicado por Weber para toda ética individual del trabajo ha quedado postergado por el trabajo en equipo. La prolongada y autodestructiva disciplina del tiempo de trabajo individual tiene que dar paso a una nueva forma de trabajo en grupo. Es menester promocionar a políticos con "capacidades blandas", que canten las sensibilidades y criterios de los compañeros. Se requieren individuos con capacidad de oír y cooperar. Gentes, en fin, que formen un equipo con capacidad extraordinaria para adaptarse a las nuevas circunstancias. A una economía política flexible hay que responderle con un trajazo en equipo no menos versátil y con capacidad de doblar el espinazo. A una política basura y populista, como la impuesta por Zapatero en España, habría que contestarle de modo parecido.

Desconozco, o mejor, no puedo predecir el éxito que este modelo de "flexibilidad en grupo" de la nueva ética laboral pueda tener trasladado al panorama político, pero no me hago demasiadas ilusiones, entre otras razones, porque en la política española el liderazgo es mucho más importante que el equipo. El problema no es el grupo sino el líder. He ahí la verdadera cuestión del PP. De todos modos, esperaré a las próximas elecciones, o mejor, a los resultados que obtenga el PP en esas elecciones para evaluar si el trabajo en equipo propuesto por Rajoy, sin duda alguna para ocultar su vaciamiento de liderazgo, es la práctica en grupo de la superficialidad degradante, como diría Sennet, o, por el contrario, es una genuina alternativa democrática, una solución real y objetiva, a la autonegación de la ascética política clásica, a saber, el político es un profesional con vocación, un líder, o no es.

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