Lo de Bono en el Congreso era previsible. Faramalla por todas partes e incoherencias sobre la política internacional de PSOE. Sin embargo, tengo que confesar que me equivoqué en mis presunciones. Tiempo habrá de volver a las incoherencias y contradicciones que se pusieron de manifiesto en el Congreso de los Diputados con la intervención de Bono. La fundamental es que los españoles en Afganistán están, frente a lo que mantiene Rodríguez Zapatero, en misión de guerra para acabar con el terrorismo islamista. Luchar contra el terrorismo, o sea, reconocer que España en Afganistán está luchando en una guerra mundial contra el terrorismo es, sin duda, la mayor aportación de Bono en su comparecencia en el Congreso de los Diputados. Sólo porque esa declaración está en contradicción con lo mantenido por Rodríguez Zapatero, éste debería pedir comparecer en sede parlamentaria para explicar cuál es la política exterior de España en relación con nuestros aliados.
Por lo tanto, reconozco que no todo lo que dijo Bono, ayer, en el Congreso de los Diputados era previsible. Tampoco la intervención de Zaplana respondió a los tópicos de una oposición enrabietada por el desdén al que es sometida por el Gobierno. Gracias a la intervención sensata y serena de Zaplana el Parlamento no parecía, como muchas otras sesiones, un triste tabernáculo repleto de insultos. Se cuidaron las formas y discutieron algunas cosas importantes entre el ministro de Defensa y el portavoz parlamentario del PP. Hubo, pues, algo concreto sobre lo que discutir, algo sobre lo que podemos opinar todos los ciudadanos sin caer en la movilización y la propagada propia de partidos totalitarios, a saber, o mandamos a nuestros soldados a la guerra o los reducimos a comportarse como una oenegé.