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Agapito Maestre

Ravelstein y Bono

Gracias a la intervención sensata y serena de Zaplana el Parlamento no parecía, como muchas otras sesiones, un triste tabernáculo repleto de insultos

Lo de Bono en el Congreso era previsible. Faramalla por todas partes e incoherencias sobre la política internacional de PSOE. Sin embargo, tengo que confesar que me equivoqué en mis presunciones. Tiempo habrá de volver a las incoherencias y contradicciones que se pusieron de manifiesto en el Congreso de los Diputados con la intervención de Bono. La fundamental es que los españoles en Afganistán están, frente a lo que mantiene Rodríguez Zapatero, en misión de guerra para acabar con el terrorismo islamista. Luchar contra el terrorismo, o sea, reconocer que España en Afganistán está luchando en una guerra mundial contra el terrorismo es, sin duda, la mayor aportación de Bono en su comparecencia en el Congreso de los Diputados. Sólo porque esa declaración está en contradicción con lo mantenido por Rodríguez Zapatero, éste debería pedir comparecer en sede parlamentaria para explicar cuál es la política exterior de España en relación con nuestros aliados.
 
Por lo tanto, reconozco que no todo lo que dijo Bono, ayer, en el Congreso de los Diputados era previsible. Tampoco la intervención de Zaplana respondió a los tópicos de una oposición enrabietada por el desdén al que es sometida por el Gobierno. Gracias a la intervención sensata y serena de Zaplana el Parlamento no parecía, como muchas otras sesiones, un triste tabernáculo repleto de insultos. Se cuidaron las formas y discutieron algunas cosas importantes entre el ministro de Defensa y el portavoz parlamentario del PP. Hubo, pues, algo concreto sobre lo que discutir, algo sobre lo que podemos opinar todos los ciudadanos sin caer en la movilización y la propagada propia de partidos totalitarios, a saber, o mandamos a nuestros soldados a la guerra o los reducimos a comportarse como una oenegé.
 
Una cosa, sin embargo, destacó de la comparecencia de Bono que me hizo pensar en la Venezuela de Chávez. Me refiero a las palabras de Bono dedicadas a su jefe de Gobierno por haber abandonado su lugar de vacaciones de verano para estar con las familias de las víctimas. “Ha interrumpido sus vacaciones”, dijo Bono, “para darle el pésame a las familias de los militares muertos en Afganistán.” La grandeza moral de Rodríguez Zapatero por este acto llenó de orgullo el corazón solidario del ministro de Defensa. ¡Bochornoso! Reconozco que este tipo de histrionismo me dejan fuera de juego, o sea, desconecté la televisión y me puse a leer una novela que ilustra las ideas filosóficas de uno de los más grandes discípulos del filósofo judío Leo Strauss, el pensador que inspira, según los críticos de Bush, a todos los asesores importantes del presidente de Estados Unidos de América. Su título es “Ravelstein”. Su autor es Saul Bellow, premio Nobel de literatura, norteamericano, de origen judío como su protagonista, que es un trasunto literario del genial discípulo de Strauss: Alan Bloom. Otro día les cuento de qué va esta historia de momento sólo quiero recordarles que Paul Wolfowitz, Abram Shulsky, William Kristol, Leon Kass, hombres importantes de la administración de Bush y consejeros de relieve, especialmente los dos primeros, en la guerra de Irak, son seguidores de Bloom, Ravelstein en la novela, o del maestro de éste, el judío alemán, nacionalizado americano, Strauss. Un genuino liberal que, en España, lo venden como neoconservador.

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