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Agapito Maestre

Recomposición socialista y tancredismo popular

La estrategia del bajo perfil de Rajoy a la hora de crear un discurso de regeneracionismo democrático, que dé respuestas a la contestación social que hay en la calle, ayuda tanto a la recomposición del PSOE como al estancamiento del PP.

Los resultados electorales del 22-M son espeluznantes para el PSOE, especialmente para miles y miles de sus militantes que aún viven de los presupuestos públicos, mientras que el PP se prepara para administrar con diligencia y austeridad miles de ayuntamientos y casi todas las comunidades autónomas de España, a la par que crea expectativas, obviamente, para que una parte de sus fieles acceda a vivir de los puestos que dejan los de Zapatero.

El PSOE, pues, queda descompuesto, incluso en algunos lugares destrozado, mientras que el PP aparece como un partido fuerte y vertebrado. Esta imagen de la política española responde, sin duda alguna, a la realidad y no seré yo quien la cuestione en estos días de entusiasmo popular y decepciones socialistas. Sin embargo, nadie se engañe exagerando esta visión, o peor, extrapolándola al resultado de unas elecciones generales. No digo con esto que de aquí a las generales, sean ahora o se adelanten, el PSOE pueda recomponerse hasta plantar cara al PP. No creo que los socialistas tenga tiempo para ganar, pero, sin duda alguna, si pueden aprovechar el tiempo para recomponer la figura.

Nadie dé por hundido al PSOE, porque su poderío ideológico, especialmente basado en la fragmentación nacional y social que ellos mismos han provocado, sigue intacto. Los resultados electorales nos sitúan ante un asunto casi evidente: en primer lugar, los socialistas han perdido 1,5 millones de votos el 22-M, mientras que el PP ha ganado 600.000; ¿cuántos votos captarán los populares, de aquí a las generales, con su discurso tancredista de los que ha perdido el PSOE? Quizá consiga algunos cientos de miles, pero nunca tantos como conseguirá reducir el PSOE acusando al PP de ser el partido de los terribles recortes, de la derecha durísima y, en fin, de todos los males nacionales y sociales. El PSOE tiene una ideología que prende, mientras que el PP de Rajoy no va más allá de los gestos, a veces, tan pusilánimes como el de pedirle al PSOE una moción de confianza.

Los populares han sido y seguirán siendo, a la luz de la reacción tancredista de Rajoy ante la victoria del 22-M, incapaces de combatir a los socialistas creando un discurso ideológico y político lo suficientemente potente como para mostrar a los españoles que ellos son una alternativa real para enfrentarse a la crisis que está en la calle. Tenemos, pues, algunos datos significativos para creer antes en la recomposición del PSOE, que seguirá ejerciendo su poder de modo contundente, que en la creación de un discurso regeneracionista del PP capaz de ilusionar a millones de seres humanos. Primero, los resultados en número de votos que gana el PP no son tantos como los que pierde el PSOE. Segundo, el PSOE volverá a conquistar más fácilmente los votos perdidos ahora, 1,5 millones, que el PP acrecentar su bolsa con los del PSOE, que se han ido en buena parte a IU y a UPyD. Tercero, la profundización de la fragmentación nacional, especialmente reflejada con la irrupción de Bildu-ETA en las instituciones y el ascenso de los nacionalistas catalanes, será aprovechada mejor por un partido federal y profundamente ideológico que por otro que no sabe contestar con contundencia a los nacionalistas.

La estrategia del bajo perfil de Rajoy a la hora de crear un discurso de regeneracionismo democrático, que dé respuestas a la contestación social que hay en la calle, ayuda tanto a la recomposición del PSOE como al estancamiento del PP. No olvide, señor Rajoy, que en política siempre se empieza de cero.

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