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Agapito Maestre

Un acontecimiento memorable

Si ese algo se le niega, si alguien quiere engañarlos con argumentos de legislación, ley de partidos y Estado de derecho, romperán e intentarán matar, Dios no lo quiera, a los más entregados del Gobierno de hoy.

A veces el columnista logra sustituir su indignación ciudadana por la crítica irónica, el enfado por el diagnóstico preciso; entonces nos encontramos ante una pieza de pedagogía política que obliga a pensar a sus lectores. Eso me pasó el otro día, cuando leí la columna de Carmen Martínez Castro, en ABC, titulada "¿El candidato de ETA?" Imagínense, como yo hice al reparar en su título, el hombre que más ha hecho por la organización terrorista, quien más ha apostado por darle alas cuando estaba hundida, quien se ha negado a investigar sus relaciones con el 11-M, quien cierra los ojos ante sus actividades delictivas, quien eleva a hombre de paz al matón de Otegi, quien, en fin, da por "verificado", siguiendo un estúpido lenguaje, la voluntad "pacificadora" de ETA, y hallarán, más pronto que tarde, el nombre del candidato ideal de ETA, para una confederación de repúblicas ibéricas.

Ahora bien, reconozcámoslo, sin leer la columna indicada ni imaginarán ni concluirán fácilmente que ese hombre no puede ser otro que Zapatero. Sería, naturalmente, un hecho histórico, dice Carmen Martínez Castro, si ETA acabara designando a Zapatero como candidato. La ironía inteligente de la periodista me pone sobre la pista, me ilumina, me hace pensar, e inmediatamente recuerdo otra columna feliz sobre las relaciones de Zapatero con las exigencias ideológicas del terrorismo internacional. Me refiero al artículo del historiador Stanley Payne, cuando escribió, en El Mundo, que Zapatero era el referente político más importante del terrorismo mundial. Muchos se extrañaron, otros sintieron pánico, pero nadie dijo que fuera una exageración.

Nada podía objetarse a la argumentación de Payne. Resultaba impecable entonces y hoy ya se cita como algo más que una conjetura, una predicción exacta. El terrorismo internacional había escogido bien a su personaje. Su diagnóstico está revelándose más que plausible, premonitorio de lo que vendría luego. No es cuestión ahora de repetir los pasos que daba Payne, basta con traer aquí el asunto central del análisis, a saber, Zapatero al sacar las tropas españolas de Irak en el momento más peligroso para la coalición occidental cumplía de modo fiel, según Payne, las ordenes del terrorismo internacional en general, y del musulmán en particular.

Con esa decisión Zapatero quedó retratado ante el mundo libre. A partir de ahí todo era posible. En efecto, una vez sometido a los dictados del terrorismo internacional, por qué razón iba Zapatero a presentar más dificultades al terrorismo nacional que al internacional. Los terrorismos son todos iguales, aunque tengan diferentes estrategias de actuación. Así es. Zapatero se ha entregado tanto al terrorismo internacional como al nacional. Hay, sin embargo, una diferencia entre el comportamiento que Zapatero adopta con el terrorismo islamista y con el etarra. En el primer caso, y una vez que salieron las tropas españolas de Irak, puede dedicarse a hacer política de gestos con los islamistas, "populistas" y otros terroristas de ese cuño, incluso puede montar congresos sobre "Alianza de Civilizaciones" y cosas por el estilo. Pero, en el caso de ETA, los gestos ya no valen. Está obligado a cumplir lo pactado con esa gente. Los engaños y mentiras tienen poco recorrido con una banda de desalmados. ETA no es el IRA, u otra organización terrorista con un ejército o similar detrás. ETA es un puñado de pistoleros, que ha declarado un alto el fuego a cambio de algo. Si ese algo se le niega, si alguien quiere engañarlos con argumentos de legislación, ley de partidos y Estado de derecho, romperán e intentarán matar, Dios no lo quiera, a los más entregados del Gobierno de hoy.

Cuidado, pues, señores del Gobierno. No lo olviden; ejemplos hay muchos en la historia criminal de ETA. También Zapatero, u otros miembros de su Ejecutivo, pueden pasar de ser candidatos ideales de la organización terrorista a víctimas potenciales. ¿Se imaginan el candidato de ETA convertido en víctima? No lo quiero ni pensar. Teresa Jiménez-Becerril lo ha expresado con brillantez: "No le dé usted, señor Zapatero, la llave de la política española a una banda de asesinos, porque le pueden dejar encerrado. Y lo peor es que con usted nos van a aprisionar a todos los españoles."

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