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Agapito Maestre

Wikileaks y la democracia

He ahí, insisto, el "Gran Hermano" en la prensa. El País imita los reality-show más cutres de la televisión.

Asisto con desgana al espectáculo de Wikileaks. Es viejo y manido. Se llama manipulación de la información, o peor, trata de hacer pasar por información lo que no es sino una mercancía sin relevancia ni trascendencia para los ciudadanos. Leo, pues, con dejadez los malos relatos que se construyen sobre unas supuestas exclusivas pirateadas al Gobierno de los EEUU. Es cierto que apenas hay nada nuevo que reseñar. Todo es archisabido o intuido. ¿Dónde reside pues el núcleo del escándalo? Los medios que se hacen eco de los "secretos" de Wikileaks, supuestamente serios y bien informados, parece que buscan la verdad cuando, en realidad, sólo quieren imponer su propio punto de vista, o peor, hacen pasar por información algo que dejó de serlo hace tiempo.

El oficio del periodista consiste básicamente en una búsqueda de conocimiento y una transmisión veraz de esa información. Pero El País confunde el oficio de informar con publicar por entregas el libro que le ha comprado a una empresa llamada Wikileaks, que ha "robado" una información, supuestamente secreta, al Gobierno de los EEUU. El problema es que todo lo publicado es filfa. Sabido. Por lo tanto, el oficio de informar, que soporta unas obligaciones, ha sido doblemente dañado: ni aparecen nuevos conocimiento ni se transmite nada que tenga validez. El escándalo de Wikileaks no afecta únicamente a la deontología profesional del periodista, sino que es un ataque a la democracia.

En efecto, es casi una verdad de hecho que la democracia sólo funciona cuando los electores están bien informados. La función de la información es clave en el sistema democrático. ¿Qué información novedosa aparece en estos "relatos" de casi ciencia-ficción a los que está dedicado casi por completo ese periódico? Ninguna. Por ejemplo: ¿Quién no sabía, hace ya tiempo, que la China comunista persigue a Google? Todos los sabíamos, pero El País saca ese asunto en la primera página de su edición del domingo pasado con todo lujo de detalles. He ahí, insisto, el "Gran Hermano" en la prensa. El País imita los reality-show más cutres de la televisión.

Algo similar podría decirse de los otros periódicos que, junto a El País, han hecho de la "información-basura" de Wikileaks su principal fuente de noticias. Todos ellos olvidan que su primera función es producir información al margen del poder, o mejor, fuera del campo de la lucha política. El fenómeno Wikileaks pone en evidencia la deriva de la prensa escrita, que es similar en muchos aspectos a los grandes medios de comunicación audiovisual. Las mismas tendencias de encanallamiento de la televisión son mimetizadas por la prensa escrita a través de Wikileaks. Esos periódicos hacen pasar por normal y cotidiano, sin duda alguna, algo que es absolutamente anormal y viejo; este periodismo ha claudicado de su primer deber fuera: producir información y, posteriormente, generar opinión plural para que los ciudadanos orientarse en un sistema democrático.

El principal objetivo de cualquier periodismo serio es ofrecernos una información diaria, sin ella es imposible orientarnos en un mundo siempre cambiante, pero los periódicos concentrados en publicar algo, digamos Wikileaks, que no resiste los criterios mínimos para decir que es relevante para los ciudadanos han claudicado de su oficio. La falta de responsabilidad es absoluta, porque nos venden por fresco lo que está podrido, y por nuevo lo ajado. Han abdicado de su principal función política (sic), a saber, producir, crear y suministrar al mundo información que, en sentido estricto, está fuera del campo de la lucha política entre los partidos políticos, e incluso al margen de lo que opinen o dejen de opinar los servicios de secretos de un país determinado.

Mucho me temo que la basura de Wikeleaks sea imposible de reciclar. Estamos asistiendo al final de la prensa seria. Nos anuncian el Apocalipsis, o sea, el descubrimiento de un misterio, cuando los ciudadanos ya le dieron de lado hace tiempo.

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