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Agapito Maestre

Zapatero y el desprestigio de las instituciones

No seré yo, pues, quien dude de que Zapatero utilice todas las instituciones de España a su servicio, pero el deterioro de éstas es anterior a la llegada de Zapatero al poder.

El paseo triunfal de Zapatero por el comité federal del PSOE me recuerda lo peor de todos los autócratas de la historia antigua y moderna. Ninguno ha renunciado jamás a ser comedido y prudente; por el contrario, utilizan una verborrea desmesurada para decir las mentiras más obvias y ridículas. Así demuestran su poderío sobre el resto de mortales. Algunos de esos "cesares", por ejemplo, nombran ministros a sus caballos preferidos, y otro no se privan de decir las cosas más descabelladas. Zapatero no iba a ser menos que otros "cesares" del pasado, y así, entre otras mentiras, seguramente, la más grosera que dijo el sábado fue mantener, frente a toda evidencia, que "la peor previsión de paro que podamos tener por delante será siempre una previsión de paro mejor que la mejor que tuvo el PP". Eso es absolutamente mentira, porque es prácticamente imposible, por dar sólo un argumento, que el paro que está ya en el 9’6 ciento no alcance en breve el 10 por ciento, que fue la cifra peor que tuvo el PP.

Lo grave, sin embargo, no son las imbecilidades de este gobernante ante el comité de su partido, sino que nadie se atreva a hacerle la más mínima objeción. Precisamente, a tenor de las declaraciones engañosas que Zapatero mantuvo el sábado pasado en ese comité, tenemos que prepararnos para lo que se nos viene encima, a saber, todo el aparato de agitación y propaganda socialista, o sea, todas las televisiones y casi todos los periódicos de España no tendrán otro objetivo que "persuadir" a la mayoría de sus votantes de que la crisis económica y social que asola a España es ajena a las políticas oportunistas de Zapatero.

Estoy convencido de que el sábado comenzó para Zapatero y su grupo de poder la cuenta atrás para que todos los males económicos y sociales que asolen a España, por graves que sean, dejen indemne políticamente la culpabilidad del anterior y actual Gobierno de Zapatero. Sospecho que lo conseguirá no tanto porque su plan de agitación y propaganda sea extraordinario, que no lo es, sino porque su entorno, o sea, oposición y otras instituciones establecidas por la Constitución de 1978, están muertas. Acabadas. Nadie, pues, analice el poder casi omnímodo de Zapatero por la bondad y genialidad de su proyecto político, sino por la degradación de su medio ambiente institucional. Lejos está ya de mi ánimo explicar el "fenómeno Zapatero", sí, el poder absoluto de este gobernante por encima de todas las instituciones existentes por sus proyectos, ideas y equipos de colaboradores. Eso es sólo una parte del problema, pues que el régimen de derechos, alevosa "dictadura" silenciosa que sustituye al sistema democrático, que está imponiendo Zapatero en todos los ámbitos de la vida política se debe al déficit de inteligencia y eficacia del resto de las instituciones establecidas en la España actual.

¿Por qué nadie hace nada realmente efectivo contra el poder omnímodo de Rodríguez Zapatero que, sin duda alguna, por sí mismo carece de solidez política y fundamento intelectual? Creo que la respuesta a esta pregunta contiene la explicación del éxito de Rodríguez Zapatero. El desprestigio, sí, de todas las instituciones actuales es la base del triunfo "totalitario" de Rodríguez Zapatero. Por supuesto que el Parlamento sufre, sin duda alguna, el mayor de los desprestigios toda vez que ni siquiera es capaz de reunirse para tratar temas de urgencia nacional como son, por poner sólo dos ejemplos, la distribución del agua en España, y el asalto de unos bucaneros a un barco español que faenaba en aguas marítimas internacionales. Pero eso no debería hacernos olvidar que, hoy por hoy, instituciones como los sindicatos, la patronal, el Tribunal Constitucional y otros semejantes sufren un desprestigio similar o mayor que el del propio Parlamento.

Muchos creen que ese desprestigio puede corregirse fácilmente, porque es un fenómeno coyuntural, superficial y originado por los abusos particulares de los hombres encargados de ejercer esos poderes; pero, en mi opinión, es el fenómeno más grave en que se asienta toda la vida pública de España. Es ahí, en ese continuado y estructural desprestigio de las instituciones establecidas, donde Zapatero ha radicado su "proyecto político" basura. En fin, cuando la crisis económica arrecie y las cosas no pinten bien para los españoles, muchas instituciones sin prestigio se "quejarán" ante el Gobierno, pero no pasarán de ser lamentos retóricos y con lágrimas de cocodrilo. ¿O acaso habrá alguien que crea a los sindicatos cuando se quejen por las altas cifras de parados, cuando en el reciente período electoral no fueron capaces de elevar una sola crítica al Gobierno de Zapatero?

No seré yo, pues, quien dude de que Zapatero utilice todas las instituciones de España a su servicio, pero el deterioro de éstas es anterior a la llegada de Zapatero al poder. Por lo tanto, Zapatero es más un producto del desprestigio de las instituciones políticas que del uso perverso que el socialista hace de ellas.

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