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Alberto Acereda

El enemigo americano

Estados Unidos celebra el 1 de junio su Día de la Memoria, en honor a los 406.000 soldados norteamericanos que murieron en la II Guerra Mundial y los más de 800 que han caído en Irak, aparte de otras miles de bajas en diversos frentes. Si hacemos caso a algunos políticos de la Europa antiamericana y a sus medios de comunicación, el enemigo del mundo es Estados Unidos y sus soldados el caldo de cultivo del abyecto imperialismo yanqui.
 
Para estos ingenios, los verdaderos amigos son los fanáticos terroristas islámicos: seres oprimidos por el imperialismo yanqui y sionista que quiere acabar con el Islam y sus costumbres. La solución –aseguran- es que Bush se vaya de Irak. O sea, que deje de cumplir su juramento a la Constitución de su país para proteger las vidas de sus ciudadanos. Por eso –insisten- la guerra contra el terrorismo es una patraña. Lo de Irak es ilegal, aunque la de Kosovo no. Los soldados en Irak están fuera de la legalidad internacional, aunque los 30.000 soldados franceses en Costa de Marfil hacen muy bien protegiendo al dictador africano.
 
Estados Unidos –nos dicen– incumple los tratados internacionales y actúa en Irak “unilateralmente”, sin el permiso de Naciones Unidas y de Kofi Annan, creador del nada corrupto programa “Petróleo por alimentos”. El enemigo americano no respeta los derechos humanos, ni el derecho internacional ni las convenciones de Ginebra. El unilateralismo vale si lo practica Francia, como cuando la crisis del Canal de Suez; o si lo usa la antigua URSS en Hungría o en Checoslovaquia o en Afganistan; o si sale China y asfixia al Tibet; o, mejor aún, si es del Líbano o de Siria dándole cera a Israel.
 
En esas guerras unilaterales, y con gran espíritu democrático, Francia no ha usado nunca su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Por eso desde 1964, Francia -el gran modelo de la España socialista–, ha intervenido en Africa unilateralmente hasta 35 veces. Su objetivo ha sido siempre defender a genios de la libertad como Jean-Bedel Bokassa o a los honrados líderes Hutus en Ruanda para que, armados con munición francesa, pudieran masacrar a decenas de miles de Tutsis. Y en Haití, la labor de Francia ha sido tan encomiable que hasta los enemigos americanos les han tenido que ayudar…
 
Si escuchamos a estos talentos europeos, las empresas norteamericanas generan toda la inmensa pobreza del Tercer Mundo. La Guerra Civil en el Congo no la generó el imperialismo belga. Ha sido la globalización o McDonald’s. Las fronteras de los actuales países de Oriente Medio las trazaron los europeos, pero la culpa del embrollo es del diablo norteamericano. Frente a Bush y Cheney, bien vale un régimen ejemplar como el de Robert Mugabe en Zimbaue, amparado por Francia durante dos décadas. Y a ver si, de paso, Bush acaba con el embargo al castrismo. El inspector europeo de la ONU Hans Blix hizo bien en preocuparse más por el calentamiento del planeta que por las miles de familias kurdas que Hussein exterminó con gas. Por eso, lo de las armas de destrucción masiva es otra mentira americana para controlar el petróleo…
 
Y es que aunque los norteamericanos constituyen sólo el 5% de la población mundial, ellos solitos producen el 25% de la riqueza de las naciones, pero no tienen ni cultura ni historia. La raíz judeo-cristiana de Europa es una mentira histórica y no cabe en la Constitución Europea. Lo de Dios es para Bush y los fundamentalistas cristianos de la extrema derecha norteamericana.
 
En fin, que los criminales islámicos tienen derecho a armar a sus imanes hasta los dientes y a tener mezquitas cuartel. Yaser Arafat es un santo acorralado por los judíos. De ahí que a los nobles guerreros de Hamás no se les niegue el derecho a usar las ambulancias de la Cruz Roja para escapar del estado terrorista de Israel… Y la Europa sonámbula tan pancha… Y sin ejército.
 

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