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Alberto Míguez

Abu Mazen contra el muro

La clave de este asunto está en que, como en el pasado, el presidente de la ANP es incapaz de evitar que las organizaciones palestinas llamadas “radicales” cesen en sus ataques contra civiles y militares israelíes

Horas después de que Abu Mazen tomase posesión como presidente de la ANP (Autoridad Nacional Palestina) gracias a una elecciones notablemente limpias, el gobierno de Israel rompía o aplazaba (la cosa no está muy clara) todos los contactos con el líder palestino como resultado del ataque suicida de un comando de Hamás en un paso fronterizo con Gaza que produjo seis muertos israelíes.
 
El presidente palestino argumentó que esta ruptura se adelantaba a todas sus gestiones con las organizaciones armadas (Hamás, Hezbolá, Mártires de Al Aksa, Al Fatah) para convencerles de que abandonaran la el terrorismo y redujeran las “acciones” violentas mientras él intentaba restablecer los contactos con Sharon.
 
Antes siquiera de conocer la posición de los terroristas palestinos, Israel rompía los contactos, lamentaba Mazen. Pero no es así: Israel conoce mejor que nadie qué quieren los terroristas y cuales son sus proyectos. No cabe sorpresa alguna. Mientras puedan, seguirán matando indiscriminadamente.
 
La clave de este asunto está en que, como en el pasado, el presidente de la ANP es incapaz de evitar que las organizaciones palestinas llamadas “radicales” cesen en sus ataques contra civiles y militares israelíes (más civiles que militares), es decir, han escogido como única vía, la armada. Cada vez que se produce un ataque de estas características, Israel responde, el número de muertos palestinos suele doblar el de israelíes y el bloqueo político se mantiene.
 
La pregunta que todos se hacen ahora en Israel, Estados Unidos, Europa y, por supuesto, todo Oriente Medio es si Abu Mazen puede o quiere acabar con el terrorismo de sus amigos y compatriotas. Hasta ahora ni él ni su antecesor, Arafat, pudieron ni seguramente quisieron. ¿Qué razones hay para que en el futuro las cosas sean diferentes?
 
La aplicación del principio de Murphy –cualquier cosa puede empeorar todavía más de lo que está– es obligada en el conflicto palestino-israelí. Y a medida que el tiempo pasa el esquema se repite: se levantan ciertas esperanzas, se airean amenazas, se producen actos terroristas, hay una respuesta inmediata por parte de Israel, se rompen los contactos “abiertos” mientras se mantienen los “reservados”. Y así sucesivamente.
 
Abu Mazen se encuentra entre la espada de sus terroristas y la pared que Israel construye. Más de lo mismo. Por ahora: Y Europa recitando la “surata” de los buenos consejos y las buenas intenciones. También, como siempre.

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