Por mucha y muy avanzada tecnología militar que Estados Unidos esté invirtiendo en Afganistán, por muy sofisticados que sean los sistemas de captación de imágenes nocturnas, definición de objetivos mediante técnicas virtuales para los pilotos de helicópteros y por muy exactas que sean las informaciones recogidas por los aviones espías no tripulados y los satélites, el caso es que, al final, los comandos de operaciones especiales tendrán que bajar al terreno y muy probablemente enfrentarse con talibanes y guerrilleros islamistas en un cuerpo a cuerpo que se anuncia letal.
El Pentágono desearía repetir la estrategia de “cero bajas” que tan buenos resultados dio en la guerra del Golfo y en la batalla de Kósovo. Pero esta guerra es muy diferente: se trata de localizar a enemigos muy caracterizados, neutralizarlos y, si es posible, capturarlos para lograr informaciones y pistas que conduzcan a las redes terroristas en el terreno o fuera de él. Y parece obvio que estos kamikazes islamistas venderán cara su vida que para ellos y para sus jefes vale muy poco.
Que los aviones norteamericanos puedan ahora volar sin miedo un misil o las defensas antiaéreas facilita las cosas, pero no resuelve el gran desafío de esta guerra de bandas y comandos. Al enemigo hay que abatirlo en directo y allí donde se encuentre.
Ante una opinión pública impaciente, que pide un castigo ejemplar y rápido, y resultados instantáneos y victoriosos será muy difícil evitar el recurso al cuerpo a cuerpo, la lucha hombre a hombre. La tecnología no puede suplir ciertas limitaciones que sólo el hombre es capaz de resolver sobre el terreno. Los helicópteros o los vehículos blindados son también vulnerables y por sí solos no pueden distinguir dónde está el enemigo, qué enemigo y qué cantidad de enemigos.
Británicos y norteamericanos tendrán que mancharse las manos y algo más en los riscos afganos. Los rusos saben por experiencia lo que eso significa y, en las últimas semanas, explicaron minuciosamente a sus ahora aliados norteamericanos cuáles son las características del infierno.
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