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Alberto Míguez

Al Yazira y Al-Qaeda

Cuando ciertos portavoces occidentales destacaron la extraña relación existente entre la cadena de televisión Al Yazira y la organización terrorista Al-Qaeda se armó, naturalmente, la tremolina. Se elevaron entonces voces, muchas, para denunciar el inadmisible ataque a la libertad de expresión que se escondía en aquellas acusaciones. Los directivos de la cadena acusaron a los tales portavoces de querer silenciarla: sus periodistas hacían su trabajo correctamente y la información que se emitía era un ejemplo de objetividad.

Eso sí, cada vez que Osama ben Laden o alguno de sus amigos quería lanzar un mensaje o vehicular una amenaza contra Estados Unidos o sus aliados, utilizaba las generosas ondas de Al Yazira y enviaba los videos a la cadena. No fue sólo una vez sino muchas. Hace apenas unas horas volvió a suceder. Ben Laden uitilizó la cadena para celebrar a su manera el aniversario de las Torres Gemelas. Por algo sería, digo yo.

Lo mismo pasó con las proclamas de Sadam Husein. Alguna razón debería haber para que Ben Laden escogiera la televisión qatarí como vehículo principal de sus amenazas. Claro que sugerir connivencia, complicidad o compadreo entre los periodistas de Al Yazira, los directivos de la cadena y los terroristas, sólo podía interpretarse como un intento de silenciar a un medio independiente y fiable en el mundo árabe donde no sobran precisamente.

Cuando hace unos días el juez Garzón mandó detener al periodista sirio naturalizado español, Taysir Aloni, la Asociación de la Prensa de Granada elevó su comprensiva voz para defenderlo y negar tajantemente que este individuo tuviese la más mínima relación con Al-Qaeda. Por supuesto, la actuación de Garzón constituía también una grave amenaza a la libertad de expresión.

Sería bueno conocer ahora la opinión de los periodistas granadinos tras la decisión del juez y las revelaciones posteriores. Apuesto doble contra sencillo a que no habrá rectificación ni arrepentimiento: sostenella y no enmendalla, lo de siempre.

La valerosa defensa de la libertad de expresión por parte de la Asociación de la Prensa granadina contrasta con los testimonios de quienes conocen bien a este individuo de cuando trabajaba como traductor en la sección árabe de la Agencia Efe. Para estas personas, lo que acaba de hacer Garzón ha sido todo menos una sorpresa. Por algo será.

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