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Alberto Míguez

Todos pendientes de Venezuela

El desastre económico, social y político del chavismo venezolano no puede extenderse hasta el 2007 si el “sí” a Chávez gana el domingo.

Este fin de semana, Venezuela sustituirá a Irak en las primeras páginas de la prensa internacional. Las extravagancias, provocaciones, disparates y soflamas del comandante Hugo Chávez habían convertido al país en los últimos meses en motivo de actualidad permanente, pero el referéndum del próximo domingo multiplica por diez el interés internacional.
 
No sólo los llamados “países amigos” de Venezuela, (USA, Brasil, Chile, España y Portugal) un “grupo” tan heterogéneo como desigual, han enviado a sus observadores, también lo ha hecho la OEA, el Centro Carter y otras organizaciones más o menos independientes. Deben todos controlar que el régimen chavista o bolivariano, a escoger, promueva lo que le pide el cuerpo y a lo que está acostumbrado: un fraude masivo e impune.
 
Por de pronto las condiciones en que se celebra este referéndum son todo, menos idóneas. Las presiones ejercidas por el poder sobre la oposición democrática y los ciudadanos dificultarán un voto responsable y en libertad. Si el “no” ganase sería un auténtico milagro. O un gran fracaso del régimen autoritario (camino del totalitarismo modelo Cuba) que pretende eternizarse en el poder y borrar cualquier tipo de libertad a machetazos si se diera el caso.
 
La pregunta del millón (de euros) es la que planteaba hace unos días en Libertad Digital, Saúl Pérez Lozano: “¿Entregará Chávez el poder si pierde?”, preguntaba nuestro colaborador. O, si se prefiere, qué hará el régimen chavista si el pueblo lo rechaza.
 
Tal pregunta debería completarse con otra: ¿Qué hará la oposición democrática si Chávez gana?
 
El desastre económico, social y político del chavismo venezolano no puede extenderse hasta el 2007 si el “sí” a Chávez gana el domingo. El país es rico y sus ciudadanos están acostumbrados a todo tipo de disparates políticos (desde el “generalito” Pérez Jiménez al caudillo Carlos Andrés Pérez) pero la locura del comandante Chávez sólo podrá mantenerse con la fuerza de los fusiles y la porra.
 
En el mejor de los casos la oposición democrática convertida en alternativa de gobierno, tendrá que recoger los destrozos del pasado. En el peor, llegará la hora de los hornos.

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