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Alberto Míguez

Una excepción: la cooperación antiterrorista

El próximo día 23 se celebrará en Málaga una Cumbre hispano-francesa de breve duración (la parte francesa pidió reducirla) y mucho contenido. Estas reuniones tienen como objeto evaluar el nivel de las relaciones entre los dos países, y previamente se preparan en Seminarios ministeriales, el último de los cuales se celebró en Madrid hace días con la presencia de los titulares de Justicia, Exteriores y Transportes de ambos países.

No es un ningún misterio que desde hace meses las relaciones transpirenaicas no funcionan. Hay malos entendidos difíciles de olvidar como, por ejemplo, el veto de Chirac al proyecto de política migratoria común presentado al alimón por Aznar y Blair en la cumbre europea de Sevilla. O la nada amistosa imposición del presidente francés al boicotear una declaración de la UE en la que se apoyaba la recuperación del islote Perejil por España. En los momentos más delicados y cuando era más necesaria que nunca la cooperación y la amistad francesa, ésta ha fallado estrepitosamente. Difícil le será a Aznar olvidar estos detalles.

Hay, por supuesto, otros temas pendientes como las reticencias galas –que se traducirán en un retraso considerable– en los enlaces transfronterizos de alta velocidad. O los puntos de vista divergentes en asuntos tales como el proyecto de Convención europea.

La cumbre de Málaga debería servir para limar asperezas y superar malentendidos. No es seguro que se consiga porque las heridas son todavía muy recientes, pero sin duda ambas partes lo intentarán por simple sentido común.

Un capítulo de la cooperación hispano-francesa parece haberse hurtado a la crisis actual: la lucha conjunta contra el terrorismo. Los gobiernos de Paris y Madrid acordaron hace ya bastantes años –antes incluso de la llegada al poder del PP– que este asunto era demasiado serio como para que pudiera estar sometido a los vaivenes coyunturales, inevitables entre dos países vecinos.

Hasta ahora, esta voluntad se ha mantenido, y cada vez que se produce una operación como la de hace unas horas en Toulouse, se confirma que la cooperación funciona perfectamente aunque, como todo, sea manifiestamente mejorable. En un momento en que la retórica al uso sobre la cooperación antiterrorista a nivel mundial oculta a veces reticencias y menudos egoísmos, constatar que entre Madrid y Paris se mantienen los acuerdos y los canales de tan delicada actividad están abiertos y son operativos, constituye sin duda una buena noticia.

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